Ibarra decía que lo mejor cuando tenía dudas acerca de un determinado consejero era que la oposición le pidiera su dimisión. En ese momento quedaba ratificado. Todavía recuerdo cuando Manuel Amigo, miembro de su gobierno, convocó una mañana una rueda de prensa para dimitir. Dijo de hecho que dimitía como le había pedido la oposición en medio de abrazos con su equipo de colaboradores, pero horas más tarde Ibarra soltó aquella famosa frase de «Amigo cree que se va, pero en realidad no se va» y no pasó nada. El consejero se quedó en su puesto como si tal cosa y aquí paz y después gloria, porque, como decía el expresidente extremeño, las crisis de gobierno no se las organizaba nadie.

Esta semana me ha venido a la cabeza esta anécdota a tenor de la petición de dimisión solicitada por el PP y Podemos, a la que se ha unido Ciudadanos, del consejero de Sanidad, José María Vergeles. Ni Vara ni ningún otro dirigente que se precie iban a atender esta petición. Primero porque las razones para ello son discutibles y segundo porque un dirigente jamás va a claudicar ante semejante reclamo que supone a la postre un deterioro personal. ¿Por qué entonces esta estrategia en un pleno de la Asamblea de Extremadura lleno de ataques y empleando un tono, cuanto menos, bronco? Mero desgaste político.

La polémica ha surgido esta semana a tenor de una frase incluida en la introducción del II plan contra las listas de espera del 2015. El miércoles la devolvió a la actualidad Podemos y el PP, llegando a ponerla algunos en boca del consejero de Sanidad y lanzando una campaña de acusaciones en ruedas de prensa y redes sociales. La susodicha frase se las trae pues señala literalmente que las listas de espera son «un periodo de reflexión» en el que los pacientes pueden decidir si quieren operarse o no.

Para la oposición significa que las listas de espera son utilizadas para tratar de desincentivar a los ciudadanos, que pueden optar por no operarse o, en caso de disponer de recursos económicos, irse a la privada. Sin embargo, el PSOE negó este extremo atacando a la anterior administración sanitaria del PP y el gobierno, por su parte, adujo que se había sacado de contexto y que las listas de espera había que combatirlas. Incluso Vara pidió disculpas a quienes se hallan en esta situación: «Mis disculpas a quienes esperan más de lo que tienen que esperar, tienen toda la razón en quejarse». El SES advirtió después que los ataques de la oposición respondían a una campaña de desprestigio y aseguró que la frase formaba parte de «muchas reflexiones científicas de la bibliografía universal sobre listas de espera, sin ser una medida ni una declaración de intenciones». Pero el lance ya estaba hecho y su efectividad era evidente si se echaba un vistazo al cruce de declaraciones o se leían los periódicos o las redes sociales.

Una guerra de cifras difícilmente va a ganarla nadie. La ciudadanía la circunscribe a la lucha política y electoral, y desoye los datos de una y otra parte. Pero una frase inoportuna escrita en un plan de actuación, aunque sea de hace tres años, es suficiente para hacerle mella a un gobierno si se deja entrever que viene de la boca o de la mano de un determinado responsable. En la lucha política hay estrategias que son cuestionables, pero son los ciudadanos los que determinan si está bien o está mal. La oposición cumple su cometido y digamos que la manga es bastante más ancha que cuando se está en el gobierno.

El PP ha situado a la Sanidad pública en el flanco de todos sus ataques y en el maremagnun de la polémica no se mide tanto si una gestión se hace bien o se hace mal, sino lo que queda en el imaginario colectivo. Los populares, y de paso también Podemos, han encontrado un filón que provoca un descosido al gobierno por cuanto que entra en una materia delicada para la ciudadanía. Todos sufrimos la espera sanitaria, pero que vengan a decirnos que en realidad es para que nos lo pensemos, aunque se saque de contexto, cabrea a cualquiera. Y ellos lo saben.

A un año y un mes de los próximos comicios autonómicos, entramos de lleno en la carrera electoral mal que le pese al gobierno, a quien no le apetece tan pronto empezar la guerra y menos si ésta es de trincheras. El PP tiene cierta urgencia por estar en el candelero mediático pues le pisa los talones Ciudadanos y Podemos debe soltar lastre y situarse cuanto antes en frente del PSOE si quiere ser una alternativa desde la izquierda tras haber sido su ‘socio’ presupuestario hace solo unos meses.

Vendrán más lances y se echará más leña a la caldera, estén preparados.