El encuentro mantenido hace escasos días por la delegada del Gobierno en Extremadura, Carmen Pereira, y los principales representantes de las entidades juveniles de la comunidad autónoma para analizar la elevada mortalidad de jóvenes en las carreteras sólo puede analizarse desde un prisma optimista.

Obviamente, una reunión de este tipo, por muchas medidas que se consensúen, no frenará la espiral de perdida de vidas humanas a corto plazo. Pero lo importante es ir sentando unas bases de diálogo entre la población afectada y las administraciones, que permitan poner en marcha nuevas medidas normativas y de concienciación.

La decisión de incrementar los controles de alcoholemia los fines de semana y durante las fiestas de los pueblos tendrá una eficacia limitada. La Guardia Civil de Tráfico no dispone en la región de medios humanos suficientes para desarrollar el trabajo en todos los puntos de Extremadura y, además, el aumento de las pruebas no se puede mantener a lo largo del año.

La reactivación de la comisión regional de seguridad vial, que no se debió abandonar nunca, sí que representará un buen banco de ideas y decisiones. Ha llegado el momento de trabajar de una vez por todas para frenar una lista negra que engorda cada día en Extremadura y España.