ETA volvió a sembrar ayer el terror en las calles del País Vasco. Esta vez fue una bomba lapa que hirió gravemente en Bilbao a Gabriel Ginés, escolta de Juan Carlos Domingo, concejal socialista de Galdakao (Vizcaya). Es el tercer atentado que, entre varios intentos fallidos en las últimas semanas, perpetra la banda terrorista desde que en junio del 2007 anunció formalmente el final del alto el fuego permanente.

El hecho de que los otros dos atentados, perpetrados en Durango (24 de agosto) y en Zarautz (25 de septiembre), se saldaran sin heridos, parecía haber hecho olvidar la capacidad de los comandos etarras de segar vidas humanas con toda la sangre fría del mundo.

El escolta herido ayer se recuperará, pero bien pudo haber perdido la vida al estallar el amonal colocado bajo su coche. Quienes pensaban que la actual estrategia de ETA consistía en sustos que no causaran víctimas, estaban equivocados. El atentado de ayer estaba diseñado pura y simplemente para matar.

Ante esta realidad, que recuerda tiempos pasados de sangre y lágrimas, únicamente cabe condenar esta nueva salvajada terrorista, solidarizarse con la víctima del atentado y sus allegados y reclamar la unión de todos los demócratas frente a los violentos.

Este último punto es fundamental porque ETA ha actuado en un momento político muy delicado. En primer lugar, porque los dos grandes partidos españoles se han enfrentado duramente a lo largo de toda la legislatura en materia de lucha antiterrorista. Y en segundo término, porque el atentado se produce solo dos días después de que 17 miembros de la mesa nacional de Batasuna ingresaran en prisión al considerar el juez Garzón que realizaban trabajo político en apoyo de la estrategia terrorista de ETA.

Cabe, en ese sentido, esperar que ni el Partido Popular ni el nacionalismo democrático vasco intenten obtener ventajas de este intento de asesinato que se produce después de la fallida tentativa de diálogo impulsada por el presidente José Luis Rodríguez Zapatero. Bastante caldeado se encuentra ya el ambiente por el debate de los símbolos --banderas, Monarquía-- y el de la memoria histórica (cuya ponencia acaba de salir adelante con el apoyo de todos los partidos, excepto ERC y PP), en vísperas del 12 de Octubre, como para añadir más leña al fuego.

De momento, el presidente del PP, Mariano Rajoy, se ha limitado a condenar el atentado y a informar de que la víctima es militante de su partido, aunque curiosamente trabajaba de escolta para un concejal del PSE. Mientras, Juan José Ibarretxe ha advertido a ETA de que sus acciones armadas no le apartarán de la hoja de ruta que pretende concluir con una consulta a los vascos, a sabiendas de que las Cortes la echarán para atrás.

No estaría de más que entre todos movilizaran a la ciudadanía contra la barbarie que ayer se expresó una vez más.