TStseñor presidente de la Junta de Extremadura:

A punto de guardar la pluma y cerrar el tintero por esta temporada, vuelvo a escribirle para desearle unos días de tranquilo descanso en las vacaciones anuales que todos nos merecemos. Llegando agosto, ¡y con estos calores!, se impone bajar el ritmo de trabajo aunque las preocupaciones habituales nos acompañen todos los días del año. Estoy, don Juan Carlos , escribiéndole esta carta y por la radio sigo las crónicas del fuego que esta vez ha elegido una de las comarcas incomparables que tenemos en Extremadura, para liquidar, en horas, la inmensa belleza formada durante muchos años. Le acabo de oír demandando del Gobierno leyes que permitan a las autoridades regionales actuar con plena autonomía cuando surgen las llamas devoradoras del paisaje y el patrimonio.

Estoy con usted, señor presidente, en su demanda de ejercer la autoridad ante sucesos tan lamentables en los que no vale pararse a discutir si son galgos o podencos. Ante un incendio la autoridad no puede estar dividida porque la rapidez en la actuación es crucial y si nos paramos a ver quién manda sobre quién, el paisaje será pasto de las llamas y, como acaba de ocurrir en Guadalajara, hasta las tragedias humanas pueden aparecer en cualquier momento. Desde que nos levantamos el jueves, con las casas llenas del humo que venía de Portugal, ya andábamos en guardia todos, pensando que el fuego de los vecinos saltaría a Extremadura como pasó hace dos años. Mire usted por dónde, don Juan Carlos, sólo unas horas después, comenzaba a arder el mismo corazón de Las Villuercas, desolando bellos parajes de nuestra querida Extremadura.

Espero que este sobresalto del fuego a las puertas de las vacaciones no sea premonitorio de nuevos sucesos estivales y podamos disfrutar, usted y todos los extremeños, del descanso estival compartiendo trago y matanza con los paisanos que vuelven a la tierra cada verano. Recargue las pilas, estimado presidente, que el otoño próximo se anuncia caliente y refinado. Descanse y tome fuerzas.

Si Gallardo no se acoquina, usted y todos los que deseamos una Extremadura más próspera, en la que el paro sea el único emigrante, habremos de trabajar, codo con codo, para que la refinería y otras industrias marquen un nuevo camino de esperanza y desarrollo para todos. Atentamente.

*Periodista