TQtuien descubrió la dinámica de la crisis, incluso antes que Santiago Niño Becerra , fue Newton . Estamos marcados por la fuerza de la gravedad. Es la que nos empuja hacia abajo, pero la que también, quieras o no, te hace tocar de pies en el suelo.

Las burbujas flotan, hasta que revientan, pero la sensación de ingravidez podía resultar muy placentera para quien se subía a ellas. Algunos, desde las alturas, miraban por encima del hombro a los que seguían conectados a la tierra y vivían solo de su trabajo. A los que, en vez de disfrutar de lo que no tenían, se contentaban con lo estrictamente suyo. Tenían que escuchar reproches con poca perspectiva, cuando, a la hora de la cena, alguien recordaba que la vecina vivía mejor.

Pero siempre se impone la ley de la gravedad. Y lo que no se sustenta por sí mismo, cae, por más alto que esté. Ahora, la situación es grave y, aunque las bolsas y los que llaman valores refugio suban, al final se impondrá también la dichosa ley, y tampoco será el oro lo que relucirá.

Lo injusto del caso es que ahora las consecuencias de la caída las pagamos todos. Los que no nos movimos de nuestro suelo y los irresponsables que se subieron a la irrealidad del crédito.

Muchos eran ricos, pero otros no, y ahora pagamos todos por su chute de felicidad postiza. Algunos también eran políticos, y la deuda pública que contraían (la nuestra) era, según ellos, para que así todos viviéramos mejor. Sin duda. Trenes de alta velocidad para nueve pasajeros, piscinas y pabellones olímpicos en pueblos de 1.000 habitantes que un día tendríamos que pagar y mantener. Doce millones de euros por kilómetro de AVE construido y 100.000 euros para su mantenimiento anual por kilómetro. Echen cuentas.

La izquierda debería tocar siempre de pies en el suelo, porque, si no, cuando la gravedad se impone, la derecha puede tener la tentación de ensanchar el cráter tras la caída de los irresponsables.