XPxerdonen que mezcle salud, hábitos, tabaco y producción. Y es que tenía la ilusa pretensión de no escribir de política, quizá motivado en mi fuero interno por alcanzar la máxima normalidad y tranquilidad tras los convulsos, por distintos motivos, 11-M y 14-M. Mas los acontecimientos últimos mandan. Tengo la impresión de que algunos de los máximos dirigentes del PP aún no han admitido la derrota electoral y persisten en amarrar, al más puro estilo franquista, el futuro. Que el Gobierno persista en su idea de nombrar dos jueces para el Tribunal Constitucional y que el fiscal general del Estado pretenda hacer lo mismo con la designación de numerosos fiscales, es como para mosquearse. Al igual que son cabreantes las declaraciones de algunos máximos dirigentes de EEUU, con la pretensión de inmiscuirse en la política interna española, en su afán de convencer al mundo de que el terrorismo se combate invadiendo un país --y de paso camuflan sus intereses petrolíferos-- con argumentos que serían grotescos, si no fueran trágicos. Todo es el mismo afán de demostrar lo indemostrable, como la desclasificación parcial que ha hecho Aznar con los documentos del CNI para exculparse de su contumacia a la hora de señalar a ETA como culpable de la masacre de Madrid.

¿No ha tenido suficiente tiempo el señor Cardenal para desarrollar toda su política preventiva durante estos ocho años? ¿No es la Justicia una de las asignaturas pendientes?

Siempre acudo a la pedagogía, a la necesaria concienciación y responsabilidad de los dirigentes, a la hora de sus manifestaciones y decisiones. Votamos en paz el 14-M y casi diez millones de españoles se decantaron por la opción conservadora que representaba el PP. En su nombre, y en de los más numerosos que votaron el cambio, convendría que se hiciera un traspaso de poderes modélico y sin tensión. Por la convivencia de todos los votantes. Y me voy a permitir descender a lo concreto y dar una larga cambiada. En estos momentos, lo que de verdad me preocupa desde Extremadura es el problema del tabaco. Soy un intenso fumador pasivo y por encima de las consideraciones particulares sobre mi salud, no dejo de plantearme las tremendas consecuencias que supondría la desaparición del cultivo de esta planta en las comarcas de La Vera y Campo Arañuelo. Ayer comenzaron en Bruselas las últimas conversaciones sobre el tema. El comisario Fischler ha vuelto a ganar posiciones y las optimistas perspectivas de la semana pasada han sufrido un nuevo jarro de agua fría.

El tabaco es una más de las terribles contradicciones con las que tenemos que vivir. Por un lado, es de las drogas legales que más mata en el mundo: un 8,8%, según un estudio publicado ayer mismo en la prensa de Madrid. Por otro, es un cultivo de los denominados sociales por la gente que ocupa y los ingresos, por tanto, que facilita a numerosas familias.

Que en todo el orbe se ha declarado la guerra a su consumo es evidente. La propia Unión Europea ha aprobado campañas costosísimas para concienciar de los peligros que conlleva esta droga permitida y admitida en los hábitos culturales desde hace muchos siglos. Y ello entra de lleno en la contradicción de que desde la propia UE se den cuantiosas ayudas a su producción.

Mas eso que llamamos políticas coordinadas son una entelequia. La cruzada que llevan a cabo en EEUU contra los fumadores es parecida a la de los más radicales y fanáticos de otro tipo, incluidos los violentos y sanguinarios. Castigan al consumidor pero producen. Si España dejara de producir tabaco, ¿descendería por ello el número de fumadores? ¿No tendríamos que importarlo de otros lugares? Y huyo de la simpleza de afirmar de que usted puede plantar tabaco puesto que lo que elimino es la prima o ayuda a su cultivo, porque entraríamos en un galimatías comparativo con algunos otros productos excedentarios y nos llevaría al proteccionismo que perjudica a los países del llamado tercer mundo, y no es el caso ahora.

En Bruselas se están jugando los intereses de numerosas familias extremeñas. Un desacoplamiento armónico, con ayudas, y en tiempo, puede evitar la catástrofe y la incógnita de los tres años para buscar una alternativa, que hoy por hoy no se adivina ni en las mejores posturas optimistas. Confiemos en que el buen hacer demostrado por José Luis Quintana, y el deseado en el ministro Cañete, conduzcan a una salida sin traumas y con el menor daño posible.

*Periodista