Javier Tebas ha propuesto a Luis Rubiales como candidato al Premio Princesa de Asturias de la Concordia. Si el lector no sabe bien quiénes son Tebas y Rubiales, yo se lo explico: presidente de la Liga de Fútbol Profesional el primero y presidente de la Real Federación Española de Fútbol el segundo, son los dos gallos del deporte rey en España, y siempre están a picotazos entre sí para medir sus fuerzas.

A Tebas al menos hay que reconocerle su sentido del humor, porque mezclar «Concordia» con Luis Rubiales es un guiño irónico de alto voltaje. Rubiales -ya habrán hecho memoria- es ese señor calvo que siempre que habla trata de vendernos un crecepelo y que cobra un sueldo de oro por ejecutar entrenadores, a los cuales, por cierto, hay que indemnizar con el dinero del contribuyente. Pasó por la guillotina a Julen Lopetegui dos días antes del comienzo del Mundial por comprometerse con el Real Madrid; fichó con urgencia a Fernando Hierro; contrató a Luis Enrique después del desastre; lo relevó por Robert Moreno cuando el anterior dejó su puesto por causas mayores; y ahora ha electrocutado a Robert Moreno (se lo comunicaron en los vestuarios, después de golear a Rumanía 5-0) para traer de nuevo a Luis Enrique.

Este resumen nos ayudará a hacernos una idea de cómo se las gasta Rubiales, un tipo que mezcla las malas artes con el culto a la personalidad (a Luis Enrique) y que ha convertido a la selección española en una funeraria para entrenadores. Cuatro seleccionadores (o cinco, pues Luis Enrique repite en el cargo) son demasiados para el tiempo que Rubiales lleva desgobernando: año y medio. Está claro que aportar estabilidad no es uno de sus objetivos.

Intrigas, mentiras, traiciones y despilfarro son por ahora los resultados de la gestión de Luis Rubiales. Con semejantes credenciales barrunto que antes o después acabará haciendo una exitosa carrera política.

*Escritor.