WEw l presidente francés, Nicolas Sarkozy, ha resumido la última reunión del G-20 en Corea del Sur diciendo que "el acuerdo de Seúl es mejor que el desacuerdo". Estamos lejos del primer G-20, a finales del año 2008, cuando todos los países se comprometieron a estímulos monetarios y fiscales para evitar que la mayor crisis financiera de los últimos 80 años acabara en una gran depresión como la de 1929. Eso se ha evitado, pero la opinión del director del Fondo Monetario Internacional (FMI) de que "entonces la cooperación era imprescindible y ahora es voluntaria", peca de exceso de confianza.

En Seúl se ha logrado, y es mucho, cambiar el FMI y dar mayor peso a los países emergentes, y también fijar normas para una gestión bancaria más responsable. Pero respecto a la guerra de divisas --que inquieta a los mercados-- únicamente ha habido una declaración genérica para acordar reglas en la próxima reunión del G-20 de mediados del 2011. Insuficiente, pero se fija el compromiso de no recurrir al proteccionismo ni a una devaluación competitiva de las monedas.

También Irlanda ha sido protagonista. El coste de su deuda se disparó en los últimos días, afectando a otros países del sur de Europa (entre ellos España, aunque Zapatero se ha apresurado a decir que nuestro país no tiene problemas). Irlanda, para salvar su banca, tendrá este año un déficit público de nada menos que del 32% del PIB. Pero el país tiene su financiación cubierta hasta la mitad del próximo año y ahora no necesita dinero.

El nerviosismo obedece, pues, al principio, aprobado en Bruselas el pasado 29 de octubre por presión alemana, de hacer pagar a los tenedores de bonos --muchas veces bancos-- parte de las pérdidas en caso de suspensión de pagos de un país comunitario.

La idea alemana, que se propone para los nuevos bonos y no entraría en vigor hasta el próximo 2013, es acertada a largo plazo, pero a corto, tal como advirtió el presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, ha generado inquietud. Por eso los ministros económicos de los cinco grandes países europeos presentes en la cumbre de Seúl --Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia y España-- tuvieron que emitir el viernes un comunicado conjunto para calmar a los mercados.

Tanto la corrección de los desequilibrios comerciales entre los grandes países como la mayor cohesión en la zona euro son asignaturas obligatorias para una sólida recuperación.