TEtn esta jaula de grillos, de intereses y de gritos que es la política, da gusto escuchar a Angel Gabilondo , ministro de Educación, que acaba de cumplir, casi como la canción de Sabina , 500 días y 500 noches en su cargo con algunas alegrías y con no pocos sobresaltos. Intentó el Pacto de Estado por la Educación y le dieron con la puerta en las narices porque la política de partido sigue primando sobre la política para los ciudadanos. Pero es un ministro reflexivo, no agrede al contrario, invita a la colaboración, sueña con el acuerdo y tiene convicciones, aunque cuando el presidente dice por allí , hay que esconder algunas y aceptar la política de gobierno . Pero eso pasa en casi todas partes.

Gabilondo dice, y eso sí es pragmatismo, que "las convicciones, en los presupuestos" y como la educación es "la mejor política social y la mejor política económica", hace un llamamiento a sus compañeros de Gobierno, de Parlamento y a los que mandan en las comunidades autónomas para que los recortes en el gasto educativo sean pequeños, mínimos. Es bueno decir eso y ojalá le hagan caso, pero me temo que de donde no hay no se puede sacar. De hecho, su todavía compañera de Gobierno, Cristina Garmendia , ya ha anunciado que la investigación va a sufrir un varapalo económico considerable. Gabilondo, al contrario que Garmendia o Corredor , no quiere marcharse del Gobierno, pero tampoco se pronuncia sobre la posibilidad de recuperar las competencias en investigación.

En los desayunos de Europa Press, el ministro dijo cosas muy interesantes: que la educación tiene que estar "en el corazón de la economía" y que no puede ser una moneda de cambio partidista; que la pobreza es el nuevo modo de la esclavitud y que la no-escuela, la miseria y la ignorancia son los mayores problemas del mundo, que sólo se combaten con la educación y la cultura; que hay que hablar bien de los profesores, reconocer su labor y convocarles a esta gran tarea, porque sin su implicación no hay nada que hacer.

Habló de que no sólo se educa en las aulas y del papel de las familias de la Formación Profesional, nuestra apuesta siempre pendiente, y de la Universidad. Dice que no sobran universitarios --con lo que discrepo profundamente--, que a más formación, menos paro y que el retorno de la inversión en educación es muy elevado. Es cierto que nunca sobra formación, pero dedicamos 6.000 euros anuales a cada estudiante y 9.400 a cada universitario. Pero una cosa es invertir y otra gastar. Y mencionó los agujeros negros de la educación: 31,2% de fracaso escolar, 40% de paro juvenil, la tecnología en las aulas, el conocimiento de idiomas. Hay que cuidar el pensamiento y el talento, confiar en el conocimiento. Lo dice un político. O un profesor. Sólo por eso y por no cejar en lo del Pacto de Estado se merece el aplauso.