Como persona me cuesta encajar la muerte de un niño que, según la foto, mostraba vitalidad y contagiaba alegría.

Como persona que trabaja frente al público y que tiene que tener empatía con todos hay que hacer el sobreesfuerzo de acusar a todo un colectivo de migrantes por culpa de una pertubada.

Como creyente tengo la certeza que nuestro «pescaito» se ha encontrado con Cristo desde el momento de la muerte y ha provocado la unidad de toda la nación arropando a sus padres, que no haya habido reproches en sus padres en estos días de incertidumbre y ha quitado la careta y nos ha descubierto lo que era en verdad su madastra natural.

Gaby «er pescaito», ahora que estás en el cielo te toca hacer dos cosas: Hablar con Dios como te enseñaron en la catequesis, a tu manera, con esa sonrisa contagiosa y te pido dos cosas: Da un capote de fortaleza a tus padres y que junto con los otros niños y jóvenes que están contigo intercedáis para que no volvamos a lamentar otra muerte cruel.