TAtpurando las últimas laxitudes del verano admiro el heroico esfuerzo de los atletas en Berlín, látigos negros, dianas cazadoras, Viernes venciendo a Crusoe, cuerpos esbeltos o hercúleos esculpidos a fuerza de trabajo, sacrificio y tesón. Su perfecta anatomía es consecuencia del entrenamiento no un fin en sí mismo, bellos para la competición no martirizados por buscar sin tino la belleza imposible. Firmes, fibrosos, ágiles como guepardos prestos para la carrera, para el sueño de la velocidad, para la gloria, hermosos en la inmensidad del estadio de Berlín, ejemplares en el esfuerzo por superarse en la competición justa. El deporte es el mejor camino para conservar la mente sana en un cuerpo sano y cuando veo que arde Grecia y que las llamas cercan la Acrópolis y todos los tesoros que Elgin no pudo robar, recuerdo el orgullo de la guapísima guía que nos enseñó la mágica ciudad hace ya algunos años. Nunca sentí un cielo más azul y una armonía más cierta que contemplando la colina verde y dorada desde el barrio de Plaka. En Grecia nació el atletismo y hoy revivo aquella perfección mientras contemplo a la rubia y esbelta gacela de Tarragona volar entre sus rivales para ganar la durísima prueba de los mil quinientos metros. La veo vencer y llorar y dirigirse con infinita ternura a la compañera caída en la lucha noble por la victoria, acariciarla con verdadero cariño, besar su frágil brazo. A Natalia el cielo se le ha mostrado esquivo pero para mí y para muchos otros que contemplamos su arriesgado ataque por el interior, su forcejeo, su vacilación y su remontada, es la campeona. Hubiera ganado igual, han dicho los que entienden. Lamento el triste apoyo que a la gesta prestó José Luis de Carlos . Pudo aceptar deportivamente la decisión de los jueces, pero reconocer que quizás hubo también obstrucción en la breve escaramuza. Los sudafricanos se han mostrado contundentes en reivindicar a su magnífica Caster . Los españoles tibios en la defensa de nuestra Natalia. El medallero patrio escuálido. Los responsables sabrán por qué.