Escritor

Acaba de aparecer la cuarta entrega de La Gaceta del Libro en Extremadura (es el número 3 porque hubo un número 0). Me hubiera gustado hablar antes de esta novedosa y feliz publicación pero he preferido dejarme guiar por la cautela: no todo lo que surge en esta tierra llega a alcanzar, en rigor, vida propia y uno se temía que, una vez más, éste fuera el caso. No en vano el producto, si se me permite el sospechoso término (oportuno aquí, como luego se verá), tiene que ver con la literatura y con los libros y, ya se sabe, que ése es un terreno inestable por demás y en extremo delicado. Sí, porque si algo aporta a la cultura de Extremadura esta revista con forma de periódico, que edita un número gratuito en cada estación del año y se distribuye después de forma gratuita en las librerías y en las bibliotecas, es un grado más de normalización o, lo que es lo mismo, un mayor reforzamiento del panorama literario de la región que, como es obvio, no se limita a lo escrito y producido aquí sino a todo lo que tenga que ver con los autores extremeños, vivan donde vivan y publiquen donde sea. Esta sí que es una novedad: hasta hace muy poco hubiera sido imposible una empresa de estas características. En realidad lo que pretende La Gaceta del Libro es divulgar, de forma solvente pero sencilla, en la mejor tradición anglosajona, la literatura, insisto, escrita por extremeños. Para ello se entrevista a los protagonistas, se informa de lo que pasa en el mundo editorial y, cómo no, se incluyen reseñas. Esta, la de la crítica, ya lo hemos dicho muchas veces, sigue siendo una de las carencias de la literatura a que se alude. Una carencia, como no podía ser de otra manera, de la literatura española en general a la que, sin duda, pertenecemos. También en eso somos de lo más normales, por suerte o por desgracia.

Como de lo que se trata es no sólo de dar a conocer los libros sino de animar al lector a comprarlos, el tono de la revista es moderado y todo suele tratarse en positivo, dando incluso noticia, todo hay que decirlo, de novedades editoriales de escaso interés literario. Me consta que las personas que están al frente del proyecto, mujeres para más señas (algo del todo inusual por estos lares), Paca Flores y Antonia Sande, quieren evitar a toda costa la polémica. Supongo que hacen bien. En esto se unen a un clima general. Por lo que veo, tocan tiempos de templar gaitas.

Con una nueva generación de libreros en Extremadura, con unas bibliotecas gestionadas desde el punto de vista del fomento de la lectura y, en fin, con un plantel de escritores que con sus libros han sido capaces de generar un nuevo público interesado en leer lo que sus paisanos escriben (con lo que esto supone en términos comerciales), si no existiera La Gaceta del Libro en Extremadura habría que inventarla.

En un interesante artículo titulado Librerías y Ferias del Libro , Paca Flores escribía a este propósito: "Con discreción, pretende ser un puente más, o una carretera de acceso nueva (...). El libro, hoy uno de los pocos valores seguros de nuestra sociedad, ha encontrado en una pequeña parte de ella, la extremeña, un clima más benigno. Hace tiempo parecía impensable. Hoy es una realidad que comienza a hacernos sentirnos menos pobres y menos distintos".