Muchos galgos son cruelmente asesinados --las decripciones de cómo mueren son espeluznantes: hay muchas imágenes que lo muestran-- porque ya no sirven a los fines de los que pueden llamarse a sí mismos cazadores, pero no lo son. Al socaire de estas prácticas execrables hay grupos conservacionistas que piden que sea declarada ilegal la caza con galgo, como si necesariamente ser galguero fuera lo mismo que ser un depravado que termina ahorcando a sus perros. Es necesario separar la paja del grano, y la persecución de quienes torturan hasta la muerte a los animales no se puede llevar por delante una práctica tradicional de caza.