Adoro a los gatos. Son una especie animal con la que llevo conviviendo desde que apenas era un rorro babeante. Los he cuidado, y he disfrutado de su compañía. Por lo que jamás me comería a uno de ellos. Al menos, no de manera consciente. Digo esto porque, como saben, la carne de liebre y la de gato son tan parecidas que hubo un tiempo en que se servían platos de gato cocinado a comensales que creían degustar suculentas liebres.

En nuestro tiempo, es difícil que te sirvan gato cuando pides liebre, porque no hay tanta necesidad, y porque, culturalmente, hemos convertido al gato en un animal doméstico, no susceptible de ser consumido. Pero, aunque ya no nos estafen con la sustitución de una carne por otra, no dejan de darnos gato por liebre de una u otra manera.

El libre mercado, que tantos beneficios ofrece, también tiene sus taras, y una de ellas es la tendencia a la usura y al engaño. Lo comprobamos a diario con las grandes corporaciones que prestan servicios relacionados con la telefonía o la energía. Pero también con empresillas de uno o dos trabajadores, y con algunos pequeños comerciantes.

El tema es que, aunque pasa el tiempo y aumenta la sofisticación, nos la siguen colando a poco que nos despistamos. Un caso ejemplar de ello lo pudimos contemplar la semana pasada, cuando Extremadura se convertía en noticia por las revelaciones sobre una presunta estafa, según la cual una empresa que presumía de extremeña (aunque estaba radicada, fiscalmente, en Madrid) vendía móviles chinos como autóctonos, adornándolos --para más inri-- con los símbolos y colores más reconocibles de nuestra región.

Independientemente de cómo acabe el asunto, y de lo que diriman las autoridades judiciales, ya hay mucha gente que siente que con lo del Iphone extremeño les dieron «gato por liebre». Y esa misma sensación es la que embarga a muchos votantes del PSOE, que, entre que su partido apoyó a Podemos, para conquistar alcaldías de grandes ciudades, y que, probablemente, se abstendrá para dejar gobernar al PP, no saben si el plato que les sirven sus mandatarios es de carne de gato, de liebre, o de cuy.