TEtl día había amanecido nublado y la radio de todos los días nos despertaba con la triste noticia de un atentado terrorista, que a medida que fueron pasando las horas se fue convirtiendo en uno de los hechos históricos más tristes y lamentables de nuestra historia contemporánea.

El viernes, las nubes del día anterior lloraron lluvia en toda España, especie de tributo natural doloroso al enorme sufrimiento que invadía los millones de corazones de españoles y españolas de cualquier edad o ideología política.

Hoy no es el momento para mirar a nadie ni echarle la culpa, tiempo habrá más adelante, de cómo y por qué se dan estas masacres donde siempre pagan gentes inocentes: trabajadores, estudiantes o emigrantes.

Ahora no es tiempo de reflexionar si vale la pena perder una vida humana porque existan diferencias políticas o por simple venganza de alguien que sufrió en sus carnes lo que ahora sufren otros, tiempo habrá más adelante para reflexionar sobre el tema.

Ahora sólo nos queda sufrir con los que sufren, gritar en silencio en manifestaciones multitudinarias o a solas y esperar que estas tristes experiencias sirvan para que en este país, después del 11 de marzo, cambien algunas cuestiones que hasta el momento sólo han servido para lamentarnos periódicamente de muertes inocentes, buscando inmediatamente un culpable que cargue tanto con su culpa como con los errores, queriendo o sin querer, que cometen y han cometido otros desde finales del año sesenta.

¡País de gente buena, que tributan con su vida los desencuentros de algunos!

*Profesor