XPxosiblemente, la referencia que buena parte de quienes lean este artículo tengan de la Geografía sean los recuerdos de aquella asignatura en la que se hablaba de los ríos, los mares, las montañas, los pueblos y comarcas. Una referencia de una Geografía valiosa aunque claramente descriptiva, memorística en exceso, y en la que, a pesar de todo, se percibía o apreciaba una referencia a la distribución espacial de los hechos geográficos sobre los mapas.

Probablemente para otros, la Geografía es la que recuerdan haber visto cuando compartían conocimientos con sus hijos en los libros de primaria o secundaria. Aquello era otra cosa. Gráficos, planos y mapas, pirámides de población e imágenes permiten interpretar una realidad más compleja en la que los aspectos físicos y los humanos, la actualidad y el peso de los acontecimientos próximos o lejanos marcan la construcción e interpretación dinámica de un espacio físico y un espacio social siempre complejo y en permanente redefinición.

Para quienes han estudiado o están estudiando Geografía, para quienes ya son licenciados y se sienten geógrafos, su disciplina, lo que vivieron, compartieron y aprendieron va mucho más allá. También lo que siempre les quedará y nos quedará por seguir aprendiendo e interpretando.

Tal vez una de las cuestiones claves es saber para qué sirve un geógrafo. Dónde puede tener cabida en el mundo laboral, partiendo siempre de la idea de que la consecución de un empleo no es fácil. Puede que para algunos la Geografía tan solo tenga una salida: la enseñanza y que hacer esta carrera aboque a unas oposiciones o al trabajo docente. Esto en sí es valioso e importante e incluso hay para quienes ya sería suficiente porque se valora y considera el esfuerzo que en la educación, en la primaria o la secundaria, se realiza a diario y lo trascendente de ese proceso de formación-aprendizaje. Pero la Geografía abre, o debería abrir, un abanico más amplio de posibilidades laborales posiblemente por el tipo de formación que ella conlleva: una visión global de los fenómenos, una interpretación integrada de hechos físicos y humanos, un análisis crítico y riguroso de unos y otros fenómenos, el conocimiento, análisis e interpretación de la distribución espacial y temporal de hechos físicos y humanos... El conocimiento del clima o de los paisajes, de la geomorfología, de los aspectos relacionados con el mundo rural, el urbanismo o la población --entre otros-- constituyen un importante y valioso bagaje inicial que facilita adentrarse en el planeamiento, en la gestión territorial de aspectos ambientales, económicos o sociales, que permite aportar y participar en la ordenación del territorio, en el desarrollo rural y en el desarrollo y transformación regional.

Quienes estudian o han estudiado Geografía saben --o deben saber-- que en la docencia o en la investigación tienen un ámbito de desarrollo profesional, pero que en el ámbito de la gestión pública o en la iniciativa privada, en una escala municipal, comarcal, regional o supraregional, sus conocimientos y su formación, el manejo de técnicas y su capacidad de interpretación y de analizar geográficamente, les abren expectativas ante el acceso al mundo laboral. Así lo demuestra el buen hacer y la profesionalidad de los geógrafos licenciados en nuestra universidad que trabajan actualmente en la gestión y en iniciativas públicas y privadas.

Estoy convencido de que desde las instituciones públicas y desde la iniciativa privada se puede confiar en quienes han concluido o están concluyendo sus estudios de Geografía. Son gente ilusionada y preparada, por supuesto con mucho que aprender y mucho camino por recorrer, pero con un importante bagaje y conocimientos adquiridos que ilusionadamente desean aportar y compartir. Ahora será el momento de seguir apostando y confiando en quienes confiaron y creyeron --y lo seguimos haciendo-- que la universidad es un instrumento de transformación social.

*Geógrafo