No debería pasar inadvertido el acuerdo suscrito el pasado lunes en Badajoz por los representantes de los empresarios extremeños, la CREEx, y de los dos sindicatos mayoritarios, CCOO y UGT. El documento es un compromiso de los agentes sociales para "sacrificar lo que sea necesario en aras de que el empleo que queda en Extremadura se mantenga y no desaparezca".

Y no debería pasar inadvertido porque es una llamada a la responsabilidad, que en los tiempos que corren es un mensaje que no se debe echar en saco roto. Un mensaje que debería ser escuchado precisamente en estos momentos por los partidos representados en la Asamblea, para que también hagan un esfuerzo que supere la situación de bloqueo en la negociación sobre los Presupuestos. No se puede olvidar que de ellos depende en la región, y en una parte no desdeñable dada la estructura económica extremeña, justamente mantener "el empleo que queda".

El acuerdo del lunes es consecuencia de la coyuntura tan delicada por las que atraviesa Extremadura, con un desempleo en cotas históricas y con tendencia a no bajar. Es una llamada a que trabajadores y empresarios tengan presente que deben hacer los esfuerzos precisos para preservar el bien laboral más preciado hoy día, que es el trabajo. Las circunstancias no permiten que se antepongan otras reivindicaciones, tan legítimas y tan justas en otro tiempo.