Hace un tiempo saltaba a la contraportada de los periódicos el caso de un valenciano al que en la factura de Gas Natural en vez de sus apellidos le aparecían esos dos insultos que encabezan este artículo y que son viva muestra del amplio repertorio que en materia descalificativo tiene nuestro castellano.

Más inadvertida pasó la noticia de que Gas Natural ha abierto un expediente a una trabajadora de apellidos corrientes como los suyos o los míos, ya que al parecer ella fue quien con su clave accedió al ordenador del cual salió la famosa factura. Eduardo Galeano escribió "el sistema que programa la computadora que alarma al banquero que alerta al embajador que cena con el general que emplaza al presidente que intima con el ministro que amenaza al director general que grita al jefe que prepotea al empleado que desprecia al obrero que maltrata a la mujer que golpea al hijo que patea al perro". Imagínense a esa empleada de una teleoperadora con contrato basura que se levanta todos los días dos horas antes de empezar a trabajar, cuida los niños, les lleva al colegio, limpia la casa y trata de animar a su pareja, que es uno de esos 32.302 operarios que la construcción despidió en el mes de diciembre y cuya empresa ha entrado en suspensión de pagos adeudándole dos meses de salario, más los retrasos.

XIMAGINENSE Ax esa mujer camino del trabajo en un embotellamiento de tres cuartos de hora, mirando incesantemente el reloj digital del coche y temiendo llegar tarde porque sería la tercera vez en cinco meses y eso le supondría el despido por motivos disciplinarios y con suerte conseguiría alguna ayuda que tuviera como referente el IPREM, el SMI en muchas ocasiones es un sueño. Y cuando llega al trabajo con un suspiro porque la maquinita de fichar está estropeada y por ello no será delatada por llegar cinco minutos tarde, se sienta y el hijo del jefe de sección de la sección de la sección de la sección de la sección de la Sección Central la aborda constantemente enseñándole sus gráficas de rendimiento que reflejan su baja productividad. Y nuestra mujer hace para compensar a su empresa dos horas extras gratis olvidando a sus hijos, la crisis de minusvalía emocional de su compañero y cuando está rindiendo por encima de su capacidad dejándose los ojos en el ordenador mira la fecha y recuerda que hoy es el día en el que señor Botín le pasa la segunda notificación de embargo por no pagar el derecho constitucional 47 por el que trabajará para el banco casi 6000 días, uno detrás de otro, de su vida. Y entonces ve como vuelve el hijo del Jefe de Sección de tantas secciones, a pesar de que legalmente no está trabajando , entonces ella explota en su día de furia y se revela contra el sistema que la asfixia escribiendo en una factura cualquiera Gilipollas Caraculo, y esa factura va a parar al pobre valenciano que se querella contra Gas Natural que a su vez le abre, a nuestra sufridora nata, un expediente.

Ahora todos los políticos se empeñan en hacernos creer que son ellos los más cualificados, que sus programas electorales son los que abarcan a la gran mayoría de la población y como el lobo con los corderos nos enseñan su patita embadurnada de harina por debajo de la puerta para hacernos ver que son de fiar. Pero la realidad es que luego, después del día x, volverán a sus luchas tribales, volverán a dejar el destino de la gran mayoría de los ciudadanos del Estado español al capricho del libre mercado y de los desidios de los intereses de cuatro, nada más.

Kostantine Gavras retrataba en Arcadia como un tema que a priori no nos atañe a nadie cómo es la deslocalización de las empresas puede darle un giro de 180º a la vida de un trabajador cualquiera. La máxima que impera en la sociedad, el imperio del yo ante el nosotros, hace que cuando padecemos los rigores de este sistema en nuestras carnes no sepamos a quién acudir, nos hace sentirnos solos, lo más solos que jamás hemos estado.

Nos han vendido con lacitos de rojo epidérmico que la globalización es necesaria, pero lo que nunca nos dijeron es que si se resfría alguien en Twen Peaks a nosotros nos sube el pan. Puede que el romanticismo haya muerto, puede que la necesidad impere por encima de lo justo o moralmente exigible. Pero es indudable que los ciudadanos tenemos que conseguir quitarnos la pereza y salir a la calle, manifestar nuestra opinión, exigir nuestros derechos, asociarnos y coordinarnos y fundamentalmente no ser manipulados por ningún tipo de siglas ni poder de cualquier tipo, porque el pan que hoy nos dan a nosotros mañana no paliará el hambre de nadie.

Los derechos ciudadanos, la globalización de derechos civiles, sociales y laborales debe ser algo más que meras palabras ratificadas entre copa y copa en cumbres de dudosa efectividad. Debemos demostrar que, a pesar de lo que impere, la ciudadanía, usted y yo, somos los que realmente tenemos el poder ya que si no lo hacemos un día pondremos la radio al despertar, escucharemos la subida de la leche, el resurgir del tipo de interés de la hipoteca que se ha convertido en una losa hereditaria, sentiremos el aliento de treinta personas, trabajadores como nosotros, que esperan que cometamos un fallo para poder optar al puesto que nos da esa falsa estabilidad de este Estado del Bienestar , nos lavaremos la cara con agua fría y al mirarnos en el espejo tomaremos aire, iremos al banco a refinanciar nuestras deudas y cuando entremos nos sonreirán y nos saludarán al entrar con un Buenos días don Fulano Gilipollas Caraculo".*Portavoz del IU Olivenza y secretario del PCE de Olivenza