Escritor

Es el nombre de una confitura elaborada en Valdecaballeros, que sin temor a equivocarme, creo que ha llegado a la divinización de las mermeladas, de las que soy consumidor impenitente desde mi infancia, y éstas de Valdecaballeros se puede decir, sin temor a equívocos, que es consumida en los aledaños de la gloria, y no sería extraño que Yhavé, para pasar los malos tragos, se diera él mismo el placer terrenal de las confituras glasai como complemento de los placeres celestiales de los que poco se sabe, pese a tanto santo como nombra este Papa y ninguno ha vuelto, aunque esta confitura ya indica que la gloria misma es una creación más humana que divina.

De estas excepcionales confituras, uno con todos los respetos se queda con la de cebolla. Así, como suena. Y por varias razones. La primera de todas por su exquisitez. La cebolla tiene siempre una prensa ambigua, muy utilizada sobre todo por los malos actores que no saben llorar de motu propio y acuden a esta baya cuando de llorar se trata, llevando una dovela en las manos y utilizándolas en los momentos más comprometidos del drama. Grandes consumidores fueron de la drupa los actores de don José de Echegaray, sobre todo en obras como Mancha que limpia, que es una de las obras que tiene de cabecera Pedro Acedo, además de la Historia de la Revolución Bolchevique en Rusia. Es decir, gracias a la cebolla se llora, que no todo el mundo sabe hacerlo naturalmente y por eso acuden a ella. En la propia fabricación, esta mácula no quita que, pese a tener que fabricarla a moco tendido, sus fabricantes logren un placer que sólo se consigue con grandes lloros, que es como una especie de parto con mucho dolor.

Festejemos la aparición de estas confituras que no necesitan de las clases de Floriano para reducir el desempleo, ganándose además la satisfacción de fabricar un placer que, como los grandes placeres y las esencias, en tarros pequeños se vende. Pese a que tipos como Romera sean cebolla pura, o sea, negados para el placer del sabor, quedándose en otra cosa que ni sabe ni huele, y es lo que todo el mundo sabe.

Glasai , placer de dioses.