El Ejército y la Iglesia de Filipinas, igual que EEUU, son los máximos valedores de Gloria Macapagal Arroyo (Manila, Filipinas, 5-4-1947). Presidenta de un país de islas convulsas y con rebeliones siempre latentes, de momento ha superado sin muertos ni heridos una sublevación que podría haber sido sangrienta.

Hija de Diosdado Macapagal, presidente de Filipinas entre 1961 y 1965, desciende por la rama paterna del caudillo Lakandula, que se alzó contra los españoles en 1570. Casada con el abogado y empresario José Miguel Arroyo y madre de tres hijos, une ambos apellidos.

En 1986, Gloria Macapagal Arroyo encabezó protestas contra el dictador Ferdinand Marcos; la presidenta Corazón Aquino la nombró viceministra de Comercio e Industria y fue ministra de Bienestar y Asuntos sociales y vicepresidenta con Joseph Estrada. Distanciada del mismo por causa de la corrupción existente en el país, le sustituyó el 20 de enero del 2001. Pidió entonces la unidad de todos los filipinos para el bien del país y prometió "ganar en esta década la lucha contra la pobreza". Implantó programas en favor de las clases humildes, aprobó una ley contra el blanqueo de dinero y se opuso a negociar con los terroristas, pero el dinero del juego y los bajos sueldos de los militares aún son temas que no ha resuelto. El malestar la cerca, aunque de momento no la ahoga.