TEtl juez Fernando Grande- Marlaska no ha tenido más remedio que aplicar la ley, prorrogar la ilicitud de Batasuna y, en consecuencia, prohibir la celebración de la asamblea que pretendía realizar esta ilegal organización el día 21. La decisión del juez ha chocado con los deseos del presidente del Gobierno que con unas dosis de precipitación e imprudencia se había pronunciado a favor de la celebración del acto hoy proscrito. La reunión había despertado expectativas de un giro político en la organización vinculada con el terrorismo de ETA, de la que se esperaba algún gesto de distanciamiento con la utilización de la violencia. La ley, todo el peso de la ley, se ha cruzado con las expectativas políticas del Gobierno, que sin duda necesita algún tipo de gesto político en el mundo de ETA, en la dirección del final del terrorismo, para compensar el desgaste continuado por la negociación del Estatuto de Cataluña.

La situación ahora creada marca dos prioridades contrapuestas. De una parte, la irritación en el mundo abertzale por la prohibición de su asamblea carga las baterías de los sectores contrarios a avanzar en el camino de la paz. Al mismo tiempo, el calendario electoral que circula hacia las elecciones municipales crea inquietud en los sectores políticos de Batasuna, que saben que al margen de la representación institucional no hay abrigo para la acción política. En el otro extremo del tablero, Zapatero , acosado por los descensos de intención de voto tiene que demostrar a los simpatizantes que se le distancian que en toda esta triangulación política de Cataluña, Euskadi y el Gobierno de Madrid hay una estrategia coherente cuyo trofeo sería la paz en el País Vasco.

Cada contendiente conoce las prisas del otro, que son sin duda al mismo tiempo, sus debilidades. Pero puestas las dos en una balanza romana, las prisas de Zapatero están acuciadas por el hostigamiento continúo del PP y por las demandas internas de amplios sectores de su propio partido que discrepan de este plan diseñado en los despachos solitarios de La Moncloa, con una audacia que sólo tiene parangón en los riesgos que asume. Cada día que pasa es precioso para todos, pero quien está pagando mayor peaje es, sin duda, el PSOE.

*Periodista