Hay muchos signos de que la Administración central está cerca de la parálisis, y el ministro de Fomento, José Blanco , casi confirmándolo, acaba de decir que no podrá haber inversión en infraestructuras mientras no se suban los impuestos. Pero tanto o más inquietante que eso es la sucesión de noticias que indican que empieza a resquebrajarse el entramado de poder que rodea al Gobierno. Más allá de las consecuencias penales -que habrá que ver en qué quedan-, el escándalo de la SGAE se inscribe en ese contexto. Porque esta entidad, y particularmente su líder, Teddy Bautista , han aparecido siempre como exponentes de la izquierda cultural próxima al PSOE. Por tanto, el procesamiento de sus directivos es un debilitamiento de las posiciones socialistas en este sector.

Pero también se dice que algunos dirigentes del PSOE quieren capitalizar la buena acogida que la ofensiva judicial ha tenido en el movimiento internauta. Y para completar la sensación de que la cosa se le ha ido de las manos al Gobierno, algunos de los más distinguidos autores de la SGAE, como Víctor Manuel , han decidido encabezar un movimiento ±por la reconstrucción de la izquierdaO que no puede entenderse precisamente como un apoyo explícito al partido socialista.

Los problemas de Alberto Oliart también podrían tener una lectura en la clave de que el Gobierno ya no controla su entramado. Porque al presidente dimisionario de RTVE se le acusa de haber concedido la producción de un programa a una empresa de su hijo. Pero resulta que quien hacía ese programa, y otros que Oliart le ha quitado la pasada semana, era Mediapro, una entidad de la que siempre se ha dicho que gozaba de la simpatía de Rodríguez Zapatero .

Por otra parte, la información de que algunas entidades financieras, entre ellas la Bankia de Rodrigo Rato , han hecho caso omiso de las órdenes del Banco de España de que no sigan remunerando depósitos al 4 % o más no deja muy bien parada la autoridad de Miguel Angel Fernández Ordóñez , nombrado por Zapatero. ¿Qué viene después?