Por qué, si Italia ha cambiado su Gobierno para contentar a los mercados, estos no le han dado ni 24 horas de respiro antes de lanzarse de nuevo sobre la deuda pública italiana llevando la diferencia de tipos de interés hasta los cinco puntos porcentuales respecto de la deuda pública alemana?

Hay que tener en cuenta que esa diferencia de cinco puntos porcentuales de interés (o de 500 puntos básicos, en la jerga financiera) que los mercados exigen para comprar deuda pública italiana es el umbral a partir del cual se considera que un país necesita una intervención externa, tal como ocurrió con los casos de Grecia, Irlanda y Portugal.

Viniendo al caso de España, ¿por qué, si prácticamente puede decirse que ya hay un nuevo Gobierno, que no dice lo que hará, aunque todo el mundo presume que llevará a cabo nuevos y más duros sacrificios en términos de gasto social de los que hizo el Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero , los mercados están acercando el diferencial de tipos de interés de la deuda pública española a ese umbral de intervención? Y, aún más, ¿por qué otros países del euro comienzan a sentir el acoso de los mercados?

¿No habrá alguna racionalidad en ese comportamiento? La hay.

Los mercados se comportan como los depredadores de una manada de animales en medio de una pradera. Huelen al animal más débil del grupo. Pero, como son inteligentes, no se lanzan sobre él hasta que tienen la seguridad de que el resto de la manada dejará sola a la presa débil.

XLA EUROZONAx se parece cada vez más a una manada de países en medio de la pradera de la economía global. Está formada por 17 miembros, unos más fuertes que otros en términos financieros. Pero, en lugar de actuar como una manada solidaria, los miembros más fuertes han tomado la decisión de dejar que cada miembro débil se defienda solo frente al ataque de los depredadores.

Se me podría objetar que no es cierto, que los más fuertes han diseñado una estrategia de ayuda solidaria. Serían los planes de rescate de Grecia y los nuevos mecanismos de ayuda a los países en dificultades acordados en la última cumbre europea.

Pero, miren, los mercados han percibido que esos planes siguen dejando desprotegidos a los más débiles. Y mientras no tengan la seguridad de que los más fuertes y las instituciones europeas, es decir, el Banco Central Europeo, utilizarán todas sus fuerzas para proteger a los más débiles, continuarán su actividad depredadora.

El último plan de rescate, el tercero en un año, anunciado a bombo y platillo por Nicolas Sarkozy y Angela Merkel en la cumbre de Bruselas de hace un mes, no ha durado ni una semana. Ha bastado con que Yorgos Papandreu , el presidente electo del Gobierno griego, haya anunciado que pensaba someter ese nuevo plan a consulta de los ciudadanos para que todo se viniese abajo.

Había motivos. A pesar de algunos avances importantes respecto a los dos planes de rescate anteriores fracasados, como es la decisión de aliviar la carga de la deuda griega, reduciendo a la mitad su valor, el diseño de los mecanismos que tienen que servir de protección y de cortafuegos para evitar el contagio a otros países son demasiado confusos e irreales.

El mensaje de Papandreu era que hay límites políticos a las decisiones económicas que se toman en Berlín y Bruselas. Límites en términos de tolerancia y disposición de los ciudadanos a aceptar más recortes sociales y a pagar más impuestos por algo que, por otro lado, la mayoría de ellos no han provocado. Yorgos Papandreu estaba diciendo que se había llegado a esos límites, y que a partir de ese momento era la propia democracia, y no solo su Gobierno, lo que podría estar en peligro. Algo que se aprecia por el fuerte crecimiento del nacionalismo.

Pero en vez de prestar atención a ese mensaje, la alianza Merkel-Sarkozy, con la aceptación incondicionada de las instituciones comunitarias, decidió seguir la vieja práctica de matar al mensajero.

De hecho, se ha formado una nueva Santa Alianza germano-francesa que es la que de hecho gobierna la Unión Europea y el euro. Y ha decidido actuar como lo hacía el viejo imperio romano. Manda sus propios gobernadores (ahora se les llama tecnócratas) a las provincias donde hay problemas para que sustituyan a gobernantes elegidos por las democracias locales.

Hemos entrado en una fase peligrosa de gobiernos de usar y tirar. Los mercados se ensañarán con los nuevos gobiernos. Y será así mientras no perciban que los miembros más débiles estarán protegidos por los más fuertes de la manada. Y no valdrá para nada que estos nuevos gobiernos les prometan renovados sacrificios. Solo pararán cuando tengan miedo a la reacción de la manada en su conjunto.

Llegados a este punto, ustedes se preguntarán, quizá, quiénes son esos mercados sin alma. Otro día hablaremos de este tema.