TTtras la resaca electoral, esa de la que parece que no nos hemos recuperado desde diciembre, quiero comenzar dando las gracias a todos los que nos habéis dado vuestra confianza. El Partido Popular ha ganado las elecciones en Extremadura, en las provincias de Cáceres y Badajoz, y en 18 de las 22 localidades más grandes de nuestra región. Superamos en 33.000 votos a la segunda fuerza, al Partido Socialista.

Estas elecciones tienen aún más lecturas, si cabe, que las anteriores. Los ciudadanos nos han hablado mediante la mejor y más libre de las herramientas que tenemos en democracia, su voto. Con él han respaldado aún más al Partido Popular, que es el único que ha incrementado sus resultados.

Los españoles nos han exigido que hablemos, que consensuemos. Han premiado la moderación y han castigado los populismos. Han dicho que tiene que gobernar la lista más votada, porque no pueden ni quieren más tiempos muertos que en nada solucionan sus problemas. Han premiado la coherencia de no ir a una investidura abocada al fracaso, que lo único que supuso es perder un tiempo que no podíamos desaprovechar para seguir trabajando.

Ante esta llamada de atención, los partidos que han perdido deben asumir su derrota y acatar los mensajes con responsabilidad. Estar a la altura de las circunstancias no es lo deseable sino lo que nos exige nuestro país.

Ya no caben más oportunidades para los experimentos. Ya no se entienden más vetos. Ya no se entiende que sigan imperando los personalismos frente al interés general.

En Extremadura hace escasamente dos semanas, escuchábamos al portavoz del PSOE vaticinar que los extremeños refrendarían su mayoría electoral porque los ciudadanos tendrían en cuenta la gestión de este año de Gobierno del presidente Vara . Y así ha sido. Sin querer extrapolar datos, pero ciñéndonos a sus palabras, los extremeños han puesto nota a su gestión.

El retroceso del PSOE regional en las urnas tiene parte de su fundamento en que los extremeños han juzgado la realidad que atraviesa esta región, que no es otra que menos crecimiento, más paro, más déficit, menos autónomos y cero inversión productiva. En la calle ya es un clamor que estamos ante un gobierno regional sin pulso, paralizado, sin ilusión y sin confianza. La remodelación del gobierno ya no sólo la exige el Partido Popular. La exigen los ciudadanos.