Se puede entrar al Museo por la calle Pizarro, nos recibe un jarrón Chino de la Dinastía Ming, en azul monocolor, tal vez de plesiglás cerámico, sin avisarnos, como interrogándonos por el valor de las piezas en los museos, preguntándonos si vamos a ver artistas u obras, obras o el valor de las obras, obras en su contexto o en el descabale de su tiempo y lugar.

Yo preferí entrar por la escalinata del Camino llano, ironía primera que nos avisa en su ascenso que es bueno llevar la mente abierta, que es bueno ascender a un pensamiento amplio, dispuesto a una mirada lúcida. En el jardín nos recibe el Olivo blanco, preguntándonos si tal vez así fue el diseño del primer árbol, que no fuera el del bien y del mal, frente a él un patíbulo o tal vez punto de apoyo mantiene en cascada a un hombre y a su perro que no deja de buscar el suelo y a la vez le sustenta en el aire.

Aún más escaleras para ser recibidos por un piano de taquillas con sus blancas y negras y un ventanal hacia el Paraíso a la izquierda, a la maravillosa lámpara de cristales rojos de Ai Weiwei, que nos advertirá de las trampas de las maravillas, que nos advertirá de que en el arte el significante y el significado, pueden tener muchos nudos. En una pequeña esquina altiva presidiendo desde una peana, la Victoria de Samotracia hecha joya y provocación, porque su significado y valor se lo ha ganado con el tiempo, como sueño añadido, como vuelo en rapto de sus alas.

Puede uno empezar con el plato fuerte de Los Caprichos de Goya, entrando frente al maestro a su reservado, allí en el primer piso. La disposición de los caprichos, me pareció como la disposición de la sillería de un coro, donde cada pieza y cada misericordia requiere tu atención, han situado sillas frente a los Caprichos, uno puede sentarse para contemplarlos de cerca, como si quisiera seguir con el grabado atento al maestro, que nos susurra desde atrás.

También puede reservarlos para el final de la visita, pues ya digo tienen su reservado, y bajar a los tres pisos sótanos por donde se distribuye el Museo, que quiso recibirme hoy con una obra de Ángel Duarte, del equipo 57, que nació en mi pueblo y que no tenía ni idea que sería la primera obra que viera en la primera sala, cosas del Destino, estaba al lado de un cubo de Lapislázuli, que contiene otro cubo blanco y que al bordearlo, el autor pretende que veamos la insinuación del mar, la sal, la luz, su juego.

Pasamos por La Ferretería-trastienda, sala de máquinas, cuya caja de herramientas está llena de libros, mientras que otras llaves, clavos, niveles nos insinúan que tal vez merezcamos un arreglo o una mejor composición y cuyas hachas amenazan nuestras cabezas. Esta sala se puede ver desde arriba o atreviéndose a bajar abajo para someterse a sus interrogantes.

Los desmembrados de cerebro que estos días rompían nuestras calles y el mobiliario urbano pidiendo precisamente LIBERTAD DE EXPRESIÓN, bien podían pasarse por una de estas salas y observar con detenimiento que tenemos derecho a toda la libertad de expresión que queramos y que no empleamos ni una mínima parte de este derecho, pues de hacerlo bien, tendríamos muchas más cosas que decir y que descubrir de las que podemos ver y observar en toda nuestra vida y que seríamos riquísimos de hacerlo, todo un mundo polisémico y plural que se brinda a nuestros sentidos en cuanto sabemos sacarlo de sus casillas y reinventar nuevas formas de expresión, no la única expresión primitiva de la destrucción, la agresión y el descoyuntamiento.

Puede uno irse cuando quiera o quedarse entre sus pliegues blancos, volver a salir al jardín que esta vez le devolverá a la sintaxis de la ciudad, más abierta ahora a las oraciones interrogativas ¿qué no nos puede brindar el Arte?

Por allí andaba ayer también Helga de Alvear además, su ingeniadora, su coleccionadora, un poco agotada por los preparativos, la inauguración de ayer y los muchos saludos, pero a la que había que dar las gracias en gramática humana, GRACIAS por esta riqueza y esta heredad que nos deja en Cáceres y que le hará un poquito más grande.

*Profesora de Lengua y Literatura