No deja de sorprenderme el nivel de tolerancia ante la mentira que hemos desarrollado los ciudadanos españoles. Supongo que es fruto de una lluvia fina, pero persistente, que ha acabado por calarnos hasta los huesos. De ahí, quizá, nuestra insensibilidad actual frente al embuste. Mas me reitero en lo apuntado: aun entendiendo la posible causa, no dejo de alucinar al comprobar la capacidad para digerir las falsedades que hemos adquirido. Y, al tiempo, no puedo evitar preguntarme si tantos embelecos no acabarán por hacernos bola, como le ocurre a los gatos con sus pelos. Y si, con la cantidad de falacias diarias que nos zampamos, no acabaremos encontrándonos todos por ahí regurgitando, intentando expeler el producto de las patrañas que tratan de colarnos. Porque es indubitable que van engordando la estafa diariamente. Y tengo para mí que llegará un momento en que la mayoría ya no podrá soportar la trapisonda ni un minuto más. Entre otras cosas, porque ya no se esfuerzan en mentirnos con finura, con clase, ni con picardía, si me apuran. Que ya es lo mínimo que se demanda: que nos mientan, al menos, con algo de talento, por aquello de no insultar demasiado nuestra inteligencia. Porque ya es incontrovertible la mendacidad de los que gobiernan, esto es, su tendencia al embuste. Pero es que, además, nos están sirviendo trolas tan burdas que vienen a demostrar que, o bien nos toman por imbéciles, o bien no tienen dotes para relatar cuentos mínimamente creíbles, aun teniendo a su disposición un inmenso aparato de propaganda. Y el caso es que, cada día, nos despertamos con un nuevo hallazgo abracadabrante sobre el tapete. Pero eso no es lo peor. Lo peor es que los temas sobre los que mienten no tienen que ver con asuntos baladíes, sino con aspectos trascendentales de la realidad y la vida de las personas. Y está claro que, para ellos, esto no supone obstáculo alguno, porque persiguen una exención de responsabilidades ante su culposa manera de proceder. Pero, para los ciudadanos, debería ser el muelle que haga saltar una rebelión cívica, responsable y pacífica, frente a un gobierno manifiestamente negligente, frente a una banda de embusteros, fantoches y sociópatas que se ha revelado tan falta de escrúpulos como para ser capaz de manipular hasta las cifras del número de seres humanos que han perdido la vida como consecuencia del infeccioso coronavirus. H*Diplomado en Magisterio.