WEw l Celebrity Big Brother británico (el Gran Hermano de los famosos) ha provocado una crisis política e institucional, justo en el momento en que el candidato laborista Gordon Brown visitaba la India. Que los ataques racistas se hayan cebado precisamente en Shilpa Shetty, una actriz hindú conocida en el entorno de los films de Bollywood, remueve los rescoldos de la época colonial. Sus consecuencias, por lo visto, aún son vivas en el imaginario colectivo de los británicos, a mitad de camino entre la altivez y el mal gusto. El Reino Unido es, en parte, un auténtico cruce de culturas a causa de la enorme presión ejercida por el Imperio en sus colonias, y, aunque es obvio que no puede generalizarse, la idea de superioridad racial parece viva en la metrópolis. La gravedad del asunto acrecienta el debate moral (ahora también revestido de inquietud política) que siempre han generado los programas de la televisión basura. Los reality esta vez han superado el listón de lo soez, del improperio, para pasar a ser el detonante de un conflicto internacional. Las declaraciones de los responsables de Channel 4 han venido a echar más leña al fuego. Han dicho que "el programa ha tocado el nervio del racismo y de los problemas de una sociedad multicultural". Como si se tratara de un debate intelectual, de un sesudo análisis sobre los problemas del mundo globalizado, cuando en realidad estamos asistiendo a un nuevo episodio del todo vale por la audiencia. En la pendiente hacia lo mezquino, unos famosos de medio pelo han encendido una mecha peligrosa. Han hurgado de manera hiriente en lo más oscuro, lo más pérfido del ser humano.