Acabó el Tour del centenario y, como siempre, el apoteosis de París, las audiencias televisivas --récord de los últimos años-- y la lucha final hasta el penúltimo día han demostrado que la ronda ciclista francesa es una de las grandes citas anuales del mundo del deporte, un auténtico acontecimiento mediático.

Acontecimiento que este año ha contado con una incertidumbre final protagonizada por un agotado Lance Armstrong, ahora ya pentacampeón, como Miguel Induráin; un Jan Ullrich recuperado para el deporte de altísimo nivel después de haberse pasado un año divirtiéndose; un Joseba Beloki dolorido tras su fatal caída, pero soñador; y una pareja de muchachos, Haimar Zubeldia e Iban Mayo, que nos pueden hacer soñar con más de un victoria en el Tour.

Ver correr a Armstrong contra las cuerdas ha convertido al Tour --pese a la enorme competencia que ha supuesto la celebración de los Mundiales de natación en Barcelona y los primeros pasos de la nueva campaña futbolística-- en el mayor atractivo de la ronda francesa. Verle ganar con tantos apuros demuestra que tal vez la barrera de seis triunfos, infranqueable para Induráin, podría ser también insalvable para el monstruo estadounidense.