Al PSOE de Villanueva de la Serena le ha salido un grano: Francisco García Ramos. El hombre que manejó los hilos de ese partido y del Ayuntamiento de la ciudad antes de que se produjera la renovación y se aposentara en el poder el secretario general y alcalde Miguel Angel Gallardo, se ha revuelto contra éste y está planteando pulsos crecientemente altisonantes a la organización socialista, que ha terminado por expulsarlo. El último pulso es el de anunciar un ayuno para denunciar que Gallardo ha perjudicado a varias familias de militantes socialistas por ser críticos con su gestión.

García Ramos debería ser el primero en sacar su protesta del escenario de vodevil en que la ha situado porque, tal como está planteada, es posible que los ciudadanos la vean más como una pelea de familia (García Ramos primero aupó a Gallardo y luego lo aconsejó, antes de declararse su enemigo) que como una ilegalidad perseguible. Con su actuación es posible que mantenga viva la llama de su rebeldía, y que ésta sea visible, pero eso no le otorga la razón. Tendrá que ser más riguroso, aunque sea a costa de ser más discreto. Y si ha habido una actuación arbitraria por parte del alcalde Gallardo que él o los perjudicados se dirijan a los tribunales y allí la diriman.