TEtn la segunda quincena de marzo se festeja en el Valle del Jerte la floración de los cerezos. Tan espectacular acontecimiento no se celebró, durante mucho tiempo, porque ese era también el inicio de un período humillante de confiscación de la cosecha y hasta de extorsión.

La memoria no se aparca fácilmente de aquellos procesos de depauperación progresiva que sufrieron los vecinos del valle cuando fueron, de hecho, desarraigados en su propio pueblo y en sus propias tierras, por los convecinos que controlaban la comercialización del producto y que cultivaron toda clase de abusos sobre los agricultores.

Caciques que dominaban la compra de la cereza con tal despotismo que se bastaron para hundir en la miseria durante largos años al resto de la población. La arbitrariedad, el expolio, la extorsión y el desprecio son ácidos recuerdos todavía en la boca de muchos de los más antiguos pobladores de la zona, incapaces para el olvido: llegaba el agricultor con sus cajas de cerezas al almacén y el comprador ponía el precio, arbitrariamente, según tenía el día: "Si lo quieres así, bien, si no te comes tus cerezas", conminaba, casi manu militari, al agricultor que veía pisoteada su cosecha y el porvenir de su familia.

Aquella felonía y aquella altanería déspota redujo la población a una especie de vasallaje medieval que enriqueció a unos a costa del sudor y el trabajo de otros. Sí, hubo un tiempo que esta bella estampa de la floración de los cerezos del Valle del Jerte era gris y opaca, porque algunos ejercían concienzudamente la depredación.

La cooperativa acabó con aquella depauperación y aunque haya tenido fallos, desorientaciones e intentos de mordidas por gente que siempre tiene el diente listo y el bolsillo dispuesto, han acabado con un estado generalizado de explotación y postración.

Por eso la fiesta de la floración de los cerezos del Valle del Jerte es algo más que un ciclo de la naturaleza; es la celebración de la liberación del largo invierno y el olvido de las heladas sociales que los pobladores de la zona padecieron; una ceremonia profunda que siente y disfruta quien trabaja su tierra en libertad y come su pan como dios manda, con el sudor de su frente, pero sin sumisiones.

*Licenciado en Filología