Soy enfermera y compañera de uno de los fallecidos del personal sanitario a causa del horroroso covid-19. Y quiero quejarme, gritarlo y que el mundo lo oiga. ¿Qué le va a decir nuestro Gobierno a las familias de los compañeros fallecidos y afectados? ¿Que la mortalidad era baja? ¿Que no se preveía este caos mundial? ¿Que no pueden contemplar las bajas de nuestros compañeros sanitarios como enfermedad profesional? ¿Que lo sienten? ¿Gracias? Pues no. No me vale. ¿Por qué tenemos que suplicar que nos hagan un test cuando se nos infecta un compañero? ¿Y si somos portadores o vectores asintomáticos? ¿Vamos contagiando a todo aquel paciente que atendemos? Porque, lo sabemos todos, el virus tiene una alta tasa de contagio. Me parece una labor impecable organizar un hospital de campaña en pocos días, pero ¿qué hacemos sin material? Que no nos engañen. Es decepcionante. Es increíble. Nos sentimos como los soldados de la primera fila, pero con bolsas de basura. Estamos expuestos a una alta probabilidad de contagio. Y en España, ya van seis compañeros fallecidos. Por no hablar de todos los contagiados. Da vergüenza dar la cifra. Y sí. Es cierto e innegable que algo va implícito en muchas personas que elegimos esta profesión: amamos nuestro trabajo y damos mucho por nuestros pacientes. Pero no nos olvidemos de que también tenemos familias. El reconocimiento no se basa en dar las gracias por parte de los de arriba y ya está, sino en recibir también lo que ofrecemos. Cuidamos, pero también necesitamos ser cuidados. Espero que todo esto no quede en un mero recuerdo del caos, sino que nos sirva de experiencia, para no permitir una segunda oleada en estas pésimas condiciones.

CRISIS DEL CORONAVIRUS

Víctima del miedo al contagio

Ángel González Mora

Autónomo

Hoy, a diferencia del resto de días, todavía no he abierto EL PERIÓDICO, que compro cada día. Ni siquiera he mirado la portada. Hoy, las cifras de nuevos contagiados y fallecidos, que cada día veo aumentar, para mí carecen de importancia. Hoy, al llegar a casa, la cifra que me ha importado ha sido una. Y esa cifra tiene un nombre, y un parentesco. Hoy has sido tú, tío Andrés, quien nos has dejado, y a pesar de ser una cifra muy bajita, para mí ha sido mucho más doloroso que las cifras de tres dígitos de las que hablan los medios de información.

Mi tío Andrés, a falta de una autopsia que lo certifique, no ha muerto de coronavirus. No tenía síntomas, el día anterior por la noche se fue a dormir sin tos, sin fiebre, sin tener mal cuerpo, pero, eso sí, con el miedo que todos tenemos a contagiarnos. Y ese miedo seguro que ha jugado un papel en tu muerte, tío.

A medianoche te despertaste con un fuerte dolor en pecho y los hombros, y le dijiste a la tia: «Si no fuera por el coronavirus me iba a urgencias». No has ido, y todo indica que sufriste un infarto, sin pedir auxilio por miedo a un contagio. Has sido víctima del miedo, y ahora están la tía y las primas solas en casa, llorando, esperando a que vengan a recoger tu cuerpo.

Es muy duro no poder estar con ellas, abrazarlas y saber que ya no voy a verte nunca más. Yo nunca voy a olvidarte, sé lo que me querías a mí y a mi familia y siempre vas a vivir conmigo y con todos los que te queremos. No hemos podido despedirnos pero no hace falta, porque para mí nunca te habrás ido. Un fuerte abrazo a todas las víctimas del miedo.

Un erte a los políticos

María del Mar García

Barcelona

En un momento en el que a todo el sector privado se nos está aplicando un erte o hay autónomos que han tenido que cerrar sus negocios, ¿por qué no se aplica un erte a todos los políticos que están en sus casas sin hacer absolutamente nada en todas las administraciones: estatales, autonómicas y locales? No me creo que estén haciendo todos teletrabajo. Es bastante injusto que haya políticos en sus casas sin hacer nada y cobrando cómodamente todo su salario.