Los magnates de las finanzas nos tienen contra las cuerdas. Porque queremos. Si hubiera en nuestros dirigentes un poco de energía declararían al unísono la guerra total contra los especuladores y los tendríamos a nuestros pies en pocas semanas.

Todo el problema se reduce a que el Tesoro Público necesita de aquí a fin de año unos treinta mil millones de euros para cuadrar las cuentas. Dejemos a un lado el hecho de que esa es la cifra que el gobierno de Zapatero dilapidó con el cheque bebé, la rebaja fiscal de 400 euros por contribuyente, y sus dos planes de reactivación. Zapatero ya es un cadáver político y aquí no se trata de vendettas, sino de salvar al país.

Sólo hace falta que haya unidad de todos los políticos. Conscientes de la grave situación, y antes de empezar con la campaña electoral, deben dar un ejemplo supremo de servicio a la Nación (con mayúscula) aprobando por unanimidad un paquete de medidas radicales y urgentes para sanear las cuentas públicas.

El Gobierno debería actuar con urgencia despiadada. Del mismo modo que lo senadores y congresistas se reunieron en la noche del sábado y domingo para aprobar en Washington un plan de austeridad, nuestros políticos podrían hacerlo el próximo fin de semana, en pleno agosto, dejando sin aliento a todos los especuladores. Es fácil: Consejo de Ministros el viernes por la tarde, cuando ya ha cerrado los mercados. El sábado se aprueba la ley de Emergencia Financiera en las Cortes y Senado, y el Tribunal Constitucional sentencia el domingo que dicha ley es conforme a nuestro marco legal.

XDICHA LEYx de Emergencia contendría medidas urgentes y de inmediata aplicación justificadas por la movilización general contra los especuladores; una guerra total contra la mafia canallesca que quiere enriquecerse por nuestra supuesta debilidad.

Sería suficiente, con un impuesto especial sobre la renta, con un importe extraordinario del 100% sobre todas las nóminas del mes de agosto, de forma que a fin de mes todos los empleados del sector público y privado, recibirían 0 euros a fin de mes, porque la totalidad de sus salarios se dedica al pago de impuestos. De esta forma la Hacienda Pública ingresaría a fin de mes unos 23.000 millones de euros.

Ese mismo impuesto se aplicaría a todos los pensionistas, cualquiera que fuera el tamaño de su pensión. Lo que supondría unos ingresos de 7.500 millones. Para que todos los miembros de la comunidad aporten su esfuerzo, habría de hacerse lo mismo con los subsidios de desempleo, y demás pensiones no contributivas. Con ello Hacienda ingresará 3.000 millones.

Como no sería justo que solo los trabajadores, parados y pensionistas contribuyan al supremo esfuerzo nacional, haría falta imponer una retención similar a todos los ahorradores que tienen depósitos. El Gobierno podría retener, sin intereses y por un plazo de 10 años, el 10% de todos los depósitos bancarios. Esa medida aportaría al Tesoro 90.000 millones de euros. No se trata de una expropiación, sino de un depósito temporal y no remunerado.

Finalmente un impuesto especial de 3 euros por litro de gasolina, permitiría recaudar en un solo mes, unos 3.000 millones de euros, y eso calculando que el consumo de hidrocarburos caería a más de la mitad.

Este conjunto de medidas pondrían en manos del Tesoro Público, en el plazo de un mes más de 125.000 millones de euros. Esa cantidad es más que suficiente para cumplir todas las necesidades de financiación pública para los próximos dos años. Incluso nos sobraría dinero para colaborar en el rescate de Grecia y Portugal.

Obviamente habría numerosos casos de penuria y carencias para millones de personas. Casi un tercio de la población ya está acostumbrado a no llegar a fin de mes, ahora se trataría de alargar los céntimos para llegar al fin de mes- próximo. Sin duda es duro, pero se pondría a prueba la solidaridad nacional, el esfuerzo de una comunidad del pueblo que se enfrenta a una despiadada guerra total contra la especulación financiera.

El ejercicio tendría además la ventaja de que el magno sacrificio colectivo tendría lugar bajo el mandato del torpe presidente de Gobierno que con su optimismo infantil y falta de previsión es corresponsable de la debacle.

En pleno 15 de agosto, cuando toda España está de fiestas, los mercados financieros abrirían sus puertas frente a una España renovada, dispuesta a inmolarse en el altar de la economía por ganar la batalla a los especuladores. Los bonos españoles serían más cotizados que los alemanes o suizos y en los hogares españoles, ante la escudilla vacía, y con los estómagos hambrientos, nos acostaríamos con el orgullo colectivo de que hemos sabido ganar la batalla a la especulación.

Ojalá nuestros políticos sean valientes y hagan lo que propongo, o algo parecido. De esta forma, (además de que todos perderemos peso), nos evitaremos seguir por un camino que nos lleva al corralito . Más vale que nos quiten la nómina de un mes y el diezmo de nuestros ahorros que seguir por un camino que nos lleva a la ruina total. jesusbueno@reicaz.com