WAw traer a Batasuna hacia el juego democrático una vez que la llamada izquierda aberzale haya dado la espalda a la violencia es una de las premisas imprescindibles para que el proceso de paz en marcha llegue a buen puerto. El Gobierno sabe que Batasuna necesita imperiosamenteestar en las instituciones democráticas y máxime cuando en menos de ocho meses van a tener lugar eleccionesmunicipales en el País Vasco. Seguir fuera de los ayuntamientos --una de las principales consecuencias de la ley de partidos-- debilitaría de forma irreparable a los nacionalistas más radicales en beneficio del Partido Nacionalista Vasco y Eusko Alkartasuna.

Por eso la formación de Arnaldo Otegi quierepresentar listas en las elecciones municipales de mayo del año que viene. Y lo quiere hacer sin verse sometida a renunciar clara y taxativamente a lo que ha sido históricamente una de sus señas de identidad: la cobertura ideológica a las acciones de la banda terrorista ETA. Teme también que, si crea una nueva marca electoral, esta sea perseguida por los jueces en tanto que heredera de Batasuna.

Pues bien, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, trató el jueves de tranquilizar a los nacionalistas radicales en el segundo de los puntos --no habrá problemas penales si se deciden a entrar en la senda de la legalidad-- a cambio de que se sumen a la normalización política. Es evidente que Rodríguez Zapatero ha movido públicamente ficha --con evidentes riesgos políticos-- en un momento delicado del proceso de paz. El Gobierno quiere dialogar con ETA para acelerar el fin de la violencia y, paralelamente, integrar a la ahora ilegalizada Batasuna en la vida democrática para buscar nuevos caminos políticos en un País Vasco sin pistolas.

Evidentemente, las reacciones no se han hecho esperar. El Partido Popular ha puesto el grito en el cielo al señalar que Zapatero ha derogado de facto la ley de partidos. Y Batasuna ha dicho que estamos ante una "maniobra de despiste" del presidente del Gobierno. Los unos y los otros juegan sus cartas propagandísticas. Ni el PP ni Batasuna, y no se trata de establecer paralelismos, van a poner las cosas fáciles al Gobierno en un proceso de pacificación que avanza con márgenes muy estrechos. Es su responsabilidad. Pero sería lamentable que visiones a corto plazo impidieran, al menos, que la actual Batasuna tomara el sendero democrático. Porque ese paso es imprescindible para el definitivo adiós a las armas de ETA.

Por lo demás, resulta lamentable que el expresidente del Gobierno José María Aznar sigue recordando constantemente cómo con él ETA había quedado "reducida al mínimo", cuando por otro lado, en un alarde de incongruencia, está alimentando la increíble teoría de la participación de la banda terrorista vasca en el 11-M.