La selección española de fútbol, que el jueves superó en Viena la semifinal de la Eurocopa 2008 y hoy disputará la gran final ante Alemania, ha desatado una ola de simpatía en todo el país, comparable a la que hace dos años suscitó el equipo de baloncesto que conquistó el título mundial en Japón. Varios son los motivos que explican esa sorprendente sensación positiva que transmite el grupo seleccionado por Luis Aragonés, no solo en comunidades autónomas tradicionalmente incondicionales, como Madrid, Andalucía, Extremadura..., sino en otras, como Cataluña o País Vasco, donde hay sectores sociales que no tienen un sentimiento españolista tan arraigado.

En primer lugar, la indudable calidad del fútbol desplegado por el equipo en este torneo, cuyo punto culminante fue la segunda parte del partido frente a Rusia, donde los jugadores españoles demostraron una extraordinaria calidad técnica individual unida a un eficaz sentido colectivo del juego, un estilo que recuerda a los mejores onces del Real Madrid y del Barça de los últimos 20 años. Algunos comentaristas han señalado que España nunca había jugado mejor. Frente a la España tradicional de la furia, que tantas veces fracasó cuando parecía que era el camino que nos llevaría a la gloria, se ha impuesto la de la técnica y el sentido estético del fútbol de ataque.

Pero en el éxito popular de la selección, independientemente del resultado final de esta tarde contra los germanos, ha influido decisivamente el comportamiento de los jugadores y técnicos fuera del césped. El colectivo ha funcionado con profesionalidad y discreción, cualidad esta última difícil de lograr en un mundo tan expuesto a los medios de comunicación como el fútbol de élite en su máxima expresión. Por una vez, la selección española ha trabajado con calma, sin que las presiones externas --de medios de comunicación, autoridades deportivas o jugadores despechados-- hayan desviado la atención. Esta España sí que funciona, vence y convence. Las reticencias surgidas en el convulso pasado de la selección han quedado superadas. Este equipo representa lo mejor del deporte, como en otras disciplinas hacen Pau Gasol, Rafael Nadal, Fernando Alonso o Dani Pedrosa. Los jugadores que representan a España pertenecen a una generación que ha sabido sacudirse la caspa de una tradición más atenta a la exaltación patriotera que a los aspectos puramente futbolísticos. Un grupo de profesionales jóvenes, algunos de los cuales --como Cesc Fábregas, Fernando Torres o Xavi Alonso-- han experimentado el vértigo de competir fuera de su país, han demostrado que el fútbol no tiene por qué ser una excepción en el deporte español. Hoy, todo el país estará con la roja . Pase lo que pase.