El cambio en el área de Lengua y Literatura está en marcha y es imparable. Cada vez son más los docentes que cuestionan lo que desde muchos años se ha venido haciendo en esta materia con dos dictaduras que han resultado nefastas para la formación de nuestro alumnado, desde el primer año de Primaria al último de Bachillerato: la dictadura de la Gramática y la dictadura del análisis sintáctico.

Somos cada vez más los que estamos convencidos de que el trabajo esencial con el alumnado de Primaria y los primeros años de Secundaria tendría que estar dirigido a cuatro competencias esenciales: hablar, escuchar, leer y escribir. La escuela tradicional ha sido la del silencio, la de escuchar, muchas veces, áridas explicaciones sobre Gramática: Que si la voz pasiva por un lado, que si el pluscuamperfecto de subjuntivo por otro… ¿Y si en colegios e institutos dejamos de hablar de Gramática y nos centramos, como ya hacen cada vez más docentes, en que alumnos y alumnas hablen, escuchen, lean y escriban? ¿Acaso haciendo todo esto no estamos trabajando la Gramática? Como me decía una maestra: «Yo no les hablo de adjetivos calificativos, pero los trabajamos. Por ejemplo, un alumno elige una imagen de la pizarra digital, o uno de sus dibujos de Plástica, y nos pregunta al resto: ¿cómo es?». Y si conseguimos que los alumnos lleguen a los últimos niveles de la ESO hablando, escuchando, leyendo y escribiendo con corrección, «…se pueden hacer milagros, porque ahora hablar de sustantivos, verbos, oraciones compuestas…, tiene sentido para ellos y es más fácil que lo aprendan», como me dicen muchos profesores y profesoras de este área.

Luego está la perversa dictadura del análisis sintáctico. Ahora que se acerca la EBAU, la antigua Selectividad (los mismos perros con distintos collares), viene muy al caso hablar de lo que dicen muchos de estos docentes: «la importancia que se le da al análisis sintáctico en la EBAU es la gran espada de Damocles que nos impide trabajar la Lengua y la Literatura que deberíamos, la que a nosotros y a los alumnos nos gusta más. No se trata de eliminar el análisis sintáctico, pero sí de restarle importancia en estos niveles. En todo caso, y es triste decirlo, es más fácil hacer ejercicios sintácticos enlatados que enseñar a escribir».

Y me pregunto yo: ¿quiénes deciden los contenidos curriculares e incluyen en ellos el trabajo teórico de la Gramática desde los primeros niveles educativos?, ¿quiénes redactan esos exámenes de Lengua y Literatura de la EBAU, que dan tanto peso a algo que no debería tenerlo? La propuesta del cambio pasa por centrarnos en Primaria -incluso en los primeros años de Secundaria- en hablar, escuchar, leer y escribir, trabajando la Gramática sin hablar de ella, de manera práctica, intuitiva, para luego hacerlo de manera teórica a partir de los últimos años de la ESO. Muchos ya han apostado por el cambio; unámonos a ellos. En cuanto a la EBAU, los profesores que redactáis los exámenes, haced caso a los que la mayoría de vuestros compañeros claman, y la próxima vez que os reunáis, escuchadles y escuchaos a vosotros mismos, ya que estoy seguro de que también queréis ese cambio.

Termino con un fragmento de un discurso que escuché en la entrega de los premios Joaquín Sama de 2012, de un maestro y profesor de Secundaria de Lengua y Literatura, en el que defiende que los maestros y profesores sean, ante todo, «…educadores, y no simples tomadores de lecciones o correctores de exámenes […] porque seguimos trabajando con los mismos métodos tradicionales y memorísticos con los que nosotros aprendimos, sin querer darnos cuenta de que la realidad ha cambiado, y de que lo que ayer pudo servirnos, hoy ya no sirve… La misión de los maestros y educadores hoy día debe ser más noble y mucho más importante para la sociedad. Educar siempre debe estar antes que instruir… Pero a la hora de la verdad, la mayoría de las veces, lo que cuenta en la clase es el simple y aburrido libro de texto». Quizá haya que plantearse la necesidad o no del libro de texto, pero esto lo dejamos para otro día.