El Gobierno de Murcia lleva algún tiempo acariciando la posibilidad de que el río Segura pueda recibir agua desde el pantano de Valdecañas, en el norte de Cáceres, a través de la cabecera del Guadiana. Evitaría así la posición contraria al trasvase desde el alto Tajo, en Castilla-La Mancha, cuyo gobierno es tan contrario al mismo que hasta quiere poner fecha de caducidad en su próxima revisión del Estatuto de Autonomía. Murcia asegura que el Ministerio de Medio Ambiente está estudiando su propuesta, si bien el Gobierno central una y otra vez ha rechazado esa posibilidad.

Paradójicamente --porque es paradójico a tenor de los tiempos políticos que corren--, donde ha encontrado más receptividad a su propuesta es en Extremadura, la comunidad que cedería el agua. El presidente de la Junta ha manifestado que está dispuesto a hablar con Murcia de trasvasar agua desde Valdecañas (los regantes tampoco se oponen) y lo ha hecho apelando a la coherencia: si Extremadura tiene recurridos ante el Constitucional los estatutos de Andalucía y Castilla-León porque se atribuyen competencias exclusivas sobre el Guadalquivir y el Duero, mal casaría esa posición con la de considerar ahora que el agua del Tajo, cuando discurre por Extremadura, es solo de Extremadura.

Resulta estimulante que en esta España que camina hacia un espíritu federal se oiga un discurso solidario entre comunidades. Que haya partido de esta región lo hace doblemente atractivo. Ojalá sea escuchado.