El interés por el 26-J está en conocer qué partido se hará con la izquierda parlamentaria, si el de Sánchez o el de Iglesias-Garzón . El motivo es que los resultados electorales, según las encuestas, no varían: Ganaría Rajoy y perderían los demás. Así pues, más que quién pueda gobernar, o si habrá siquiera posibilidad de formar gobierno (total, después de seis meses de singobierno...), el interés electoral se centra en esa coincidencia demoscópica que anuncia sorpasso en la izquierda. Lo cual se agradece, claro, porque alguna motivación había que tener para acudir el domingo no solo a los resultados sino incluso a votar, si el resto va a ser más de lo mismo. De haber sorpasso , la novedad sería el sopapo (perdón por lo fácil) que recibiría el Partido Socialista en la cara de Sánchez , después de haber sido el primer partido de la izquierda.

No habría Susana Díaz capaz de recomponer el rostro socialista, tan desfigurado que no lo reconocería ni la madre que lo parió, por decirlo como lo hubiera dicho Alfonso Guerra .

Pero la sorpresa sería, sobre todo, la paradoja de que Izquierda Unida haya tenido que desaparecer --literal-- para ser más izquierda que el Partido Socialista, entiéndase. Y solo Cayo Lara ha llorado esta desaparición, cuando se despedía de la secretaria del partido reconociendo que le costaría votar... a lo que ya no sería (ya no es) Izquierda Unida.

Pero, a la espera de si habrá o no sorpasso , y mientras se analiza ya si la causa sería por la suma de Iglesias-Garzón (ciertamente, el populismo es muy popular, sorry ) o lo sería por lo que resta Sánchez (en realidad, "un hombre solo, un acto solo, una fe sola", con permiso de Luis Cernuda ), el más motivado para el domingo es Rajoy . La razón es que las encuestas no solo le privilegian como vencedor sino que también le benefician como olvidado. Es decir, el interés electoral por la posibilidad de sorpasso ha conseguido que Rajoy desaparezca de la campaña, como si no se presentara. De hecho, Sánchez e Iglesias-Garzón parecen olvidar que se trata de ganar las elecciones, no de quién se hace con la izquierda.