Antes de empezar, tanto para los sufridos maquetistas de el Periódico Extremadura, como para los lectores, disculpen hoy mis faltas de ortografía, pero en consonancia con los tiempos que nos toca vivir, todo vale, aunque destroce sin pudor la lengua materna que nos amamantó y de la que algunos rufianes siguen mamando, pues aunque desnaturalizados, bien que abren la mano para recibir, pero nunca para dar.

Definitivamente, los cuentos con final feliz no existen. Como diría un extremeñu, en castúo: «¡Nos la han colau!», un andaluz diría «colao».

Pues, sí, yo que siempre creí en los cuentos de «adas» madrinas, ha resultado que tenían más de padrinos que de madrinas.

Como todo cuento, empezó con un «En un lejano país...», pero la realidad es que ni lejano, ni país, aunque alguno se empeñe en decir que puso la primera bandera cuando éramos Pangea y piense en reclamar como propia Suiza y Andorra y veremos si no también Bélgica, como parte de su reino imaginario, pues todos sabemos que con un monedero contento se pueden comprar muchos botos (manera coloquial de llamar en Extremadura a las botas), tantos como para llenar una Iglesia, con permiso de San Pedro.

Los cuentos también suelen empezar con un «Hace, muchos, muchos años, en un reino...», pues tampoco existe el reino, también me la «han colau».

Y mira que he buscado. Los reinos de Aragón, Castilla, Navarra y Murcia, Leonés, de Asturias y de Galicia, incluso de Granada y hasta un califato cordobés, pero ninguno de los que aparece en el cuento.

Y como no, hasta los finales. Ese «colorín colorado, este cuento se ha acabado», no desvanecía la magia, porque pensábamos eran reales.

Sorprendentemente, o no, una de los cuenta cuentos, nos ha roto todo el encanto, y ha reconocido que las historias relatadas, cuentos eran, y los que las creyeron como reales, unos ilusos engañados.

Todavía los hay que siguen en su mundo de cuento, pensando que éste no ha terminado, que sólo ha comenzado, para poder seguir contando cuentos y haciendo creer que los cuentos existen. Otros sin embargo, como Rapunzel, esperan tirar sus cabellos para ser rescatados de la mazmorra. Lo que no se imaginaban ellos, es que el caballero de caballo blanco y bastón como espada, también se la han «colau».