Esta pregunta la tendrán que responder esos dirigentes televisivos que, agazapados en sus altos despachos mediáticos, urden ciertos programas que hieren la sensibilidad de muchos telespectadores, para lograr grandes audiencias, al precio que sea. ¿Cuándo, pues, se ha de poner un poco de sentido común ofreciendo imágenes más acordes con la sana decencia, sabiendo, por ejemplo, que en la mesa familiar, los adolescentes son esponjas que succionan todo aquello que puede dañarles de forma irreversible? Es cierto que, en ocasiones, se han hecho tímidos amagos de reorientar algunos espacios, mediante pequeños arreglos , pretendiendo erradicar imágenes intolerables. Pero se siguen exhibiendo escenas con productos basura, sin tener en cuenta algunas normas básicas de higiene cívico-social, y sin pensar en que el poderoso dardo de la TV puede hacer gran daño, inoculando antivalores, difíciles de reparar; o sorprendiendo al personal con demasiados cotilleos de patio de vecinas, en que se revelan intimidades de esos famosos que embelesan a tantos con sus disparatadas andanzas, o escenificando, sin rubor, trapos sucios entre padres e hijos, o de parejas rotas que, en diálogos soeces, se lanzan dicterios irreproducibles, por unos miles de euros- En esta gran caldera de la TV se cuecen, demasiadas veces, guisos que pueden indigestar al estómago más fuerte, se relatan episodios donde tienen presencia gruesas dosis de pornografía y se pone el acento en temas de pésimo gusto, o se hacen comentarios corrosivos sobre ciertas prácticas religiosas, que pueden molestar a un gran número de creyentes- Y como colofón a tales agresiones, suele seguir el aplauso de los que acusan de carcas a quienes critican tales demasías-

XPOR OTRA PARTEx, no puede negarse que la TV tiene su lado positivo, como es propiciar solaz y distracción, contra el tedio de esas horas sin saber qué hacer, ya mostrando destellos de ciencia y cultura, a través de excelentes reportajes o intervenciones brillantes del científico de turno, sabrosas entrevistas, eventos históricos que deslumbran, y telediarios que dan puntual información- Aunque, también, en esta caja, a la que no vamos a llamar tonta , pero sí, muchas veces, perversa , se exhiben, por ejemplo, algunos personajillos, impresentables, que, solapando su timidez, con gafas oscuras, ridiculizan, sin respeto y con cínico desdén, defectos reales o inventados, de esos jóvenes que luchan por lograr su meta en operaciones de triunfo , o donde bellas muchachas soportan arañas, con estoicismo, en sus mejillas, por conseguir su sueño de ser modelos de pasarelas. De ahí que es urgente sajar lo podrido, limpiar lo sucio y evitar que nuestros televisores se conviertan, con frecuencia, en mercadillos de lo falso y en tenderetes de lo frívolo, en cócteles de trivialidades, en diccionarios de tacos y en revoltijos de eructos sonrojantes- De esta forma, se evitará que ese bargueño de colores no cobije el horror de lo sórdido, sino que ponga en su lugar el honor de unos valores, en peligro de perderse, junto al sano entretenimiento y el ganado sosiego, tras la ardua faena del día. Sólo nos queda alertar a quien corresponda, para que ponga mesura --que no censura--, en este asunto, evitando que siga fluyendo tanta agua turbia del mal gusto, que, en ocasiones, pasa por debajo del puente de nuestra indiferencia. De todas maneras, concluyamos, como mal menor, que, si es verdad que en toda imagen puede caber, según Fernando Arrabal , "lo sacrílego y lo sagrado, el erotismo y la pureza más sublime, la muerte y la vida", no es menos cierto que cualquiera es muy libre de seleccionar programas, conforme a sus principios y gustos personales, capaces de enriquecer, o mermar, su dignidad humana.

*Doctor en Historia.