No sé si Hegel era aficionado. Estudiar filosofía es lo que tiene: no aclara lo fundamental. Pero deja posos, más o menos reutilizables, como los del café una vez colado el caldo. A modo de ejemplo, la dialéctica hegeliana: tesis, antítesis y síntesis. Eso, más o menos, lo entendí. Lo del infinito, lo finito y aquello de que lo infinito está dentro de lo finito,… menos. Menos claro lo tengo, quiero decir. Probablemente, si Hegel hubiera sido taurino, nos hubiéramos ahorrado a Marx y su dialéctica de ocasión. Ocasión hegeliana, por supuesto.

Fuera Hegel torero, o no lo fuera, fuera Marx su puntillero, o no lo fuera, ahí dejó lo de tesis, antítesis y síntesis como explicación del devenir histórico. Y, ya que se tercia, vamos a darnos una ducha de dialéctica hegeliana.

Tesis: los toros, como cualquier otro espectáculo, no deben ser subvencionados con dinero público. Sencillo de entender. Antítesis: todos los espectáculos están subvencionados con dinero público. Indubitable. Síntesis: los toros, como cualquier otro espectáculo, deben ser subvencionados. Más sencillo de entender aún.

Puede que mi viejo profesor de Filosofía, en este momento, se esté estremeciendo de ira en su cajón de madera, pero así, entre nosotros, ¿a que Hegel tiene razón?

En el Ayuntamiento de Cáceres, al parecer, no han leído a Hegel. Van a su aire. Y no es que leer a Hegel sea necesario para casi nada, pero una ducha de sentido común le viene bien a cualquiera para no oler. O que te huelan. La estulticia (y el canguelo), claro.

Lo de Podemos, las mareas, las confluencias y demás oleadas bárbaras... es sabido. No aceptan otra moral que la suya. Llevan en su ADN el aborrecimiento a la tauromaquia. Aberrar no es lo mismo que berrear, pero en este caso, como si lo fuera. Al menos, y sobre todo, cuando se nos insulta. Todo acoso debe perseguirse; los únicos acosados en un país libre deben ser los acosadores. Y el acoso que sufren, sufrimos, los que decidimos libremente acudir a una plaza de toros es intolerable. Pongamos por caso que se insultara a quienes visitan la Torre del Bujaco. Antes o después dejarían de visitarla. Pues tres cuartos por la Era de los Mártires.

Lo del PSOE es sorprendente. Es el PSOE de las mil caras. ¿Magos o embaucadores? Según se les vote, claro. En unos sitios sí y en otros no. Según les sople el viento. Deberían saber que no hay ningún viento favorable para el que no sabe a qué puerto se dirige. Creo que lo dijo Schopenhauer. Claro que si no leemos a Hegel… ¡como para leer a Schopenhauer! Por cierto, que también lo dijo, y mucho antes, Séneca en sus Cartas a Lucilio. Hecho este último que demuestra que no toda la cultura de Córdoba se la quedaron entre Manolete, Lagartijo, Machaquito y el Guerra. Pero cultura es.

Lo de Ciudadanos es de traca. Como las beatas, la puntita nada más. En privado se dicen taurinos, pero en público se lavan las manos. Presumen de adalides de la libertad y resultan ser execrables liberticidas. No, no, que no miren al tendido con cara de pasmo, ellos son los culpables. Ni siquiera han tenido el coraje de reconocer el fracaso del sistema que defienden. No solo se niegan a colaborar en que la afición pueda disfrutar de los festejos taurinos, sino que pretenden engordar las arcas municipales a costa de quien lo intente.

Lo del PP es para nota. Suspenso. Por malparir un pliego disparatado y por no tener lo que hay que tener. ¡Calcetines! Si quieren pueden. Yes, we can. Artificios hay cientos para que la cordura vuelva a Cáceres. Pero usan bragas de lana (para el frío y la jindama) ¿Cuánto se gasta en festejos el Ayuntamiento? ¿O no se gastan un duro? Porque si no se gastan un duro, ya saben,… la antítesis es falsa y, por tanto, la síntesis también.