Era pequeña yo y era verano. El sol tibio de primera hora me acariciaba, mientras en la puerta de la casa de mi abuela jugaba con las mariquitas y recuerdo, con aquel abrazo suave, el sosiego, la paz y la certeza de estar a salvo en un mundo de calidez y cariño.

Con los años he desarrollado alergia al sol, asquillo a los insectos y cierto escepticismo. Pero, pese a ser conocedora de la historia universal de la infamia, me empeño como ejercicio de voluntad y libertad en conservar la fe en el hombre. Y en la mujer, claro. Eso sí, huyeron para siempre muchas certezas felices de aquella niña que se calentaba al sol.

La playa ha dejado paso al campo y me encanta pasear por él, porque el extremeño engancha como los buenos vinos. A menudo suelo ver patos y garzas en la charca, perdices y también alguna corza a la que siempre atisbo tarde, su mancha blanca trasera alejándose fugaz. Y hace poco, un majestuoso venado que salió de unos matorrales, avanzó con su preciosa cabeza coronada sin asustarse de mí y, antes de perderse en el monte, se volvió a mirarme casi como si quisiera que hiciera lo que hice: sacar nerviosa el móvil y soltar a ciegas cuatro o cinco clics.

El otro día, sin embargo, mis animales no se dejaron ver. Tan solo una rana solitaria que de una roca saltó a un charco negro y requemado que resistía no sé cómo los últimos ardores de septiembre, la amorosa pareja de garzas, y una mariposa de brillantes alas amarillas y negras.

Entonces no sabía que las mariposas como los saltamontes están en peligro de extinción. Lo he leído en un artículo de David Trueba donde se lamenta de que no volverán los animales de nuestra infancia. Porque no se trata ahora de que las golondrinas o madreselvas que vuelven no sean las mismas, como en Bécquer, sino de que desaparecen lentamente para no volver langostos, grillos, abejas, libélulas y seguro aquellas mariquitas juguetonas que entonces todavía no me daban repelús.

Nosotros, mientras, entre tanto ruido y tanta furia no queremos darnos cuenta de todo lo que se pierde con ellos para siempre.