El pueblo sirio se ha ganado un honrosísimo puesto en el libro de los luchadores por su libertad.

Desde hace meses, masiva y pacíficamente, se manifiesta contra una tiranía de más de cuatro décadas, aunque, desde la primera vez, el déspota no duda en aplastarlos disparando fríamente a matar, encarcelándolos y torturándolos.

Mientras, miserables intereses, que anteponen a los derechos humanos, impiden que nuestros países no intervengan para detener ese baño de sangre y hacer justicia con ese matarife, digno hijo y sucesor de otro anterior.

Y España ocupa un lugar proporcionalmente aún mayor del que le correspondería en ese otro libro que recoge, para vergüenza nuestra, las acciones de los enemigos de la libertad y las de sus cómplices.

M José Téllez Diego **

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