Con el corazón encogido. Así se siente uno cuando al otro lado del teléfono un amigo empresario te cuenta su situación. Escuchas, en silencio. Hay lágrimas. De rabia, de impotencia, de no aguantar más. De no poder más.

Mi amigo me relataba esta semana su situación tras casi un año de pandemia en un sector en el que además no tienen casi derecho a ayudas porque se les considera esenciales aunque su actividad haya caído hasta quedar reducida a cero. Y cómo para diversificar abrió un negocio de hostelería que también está cerrado o entre algodones durante todo el año. Es la realidad de ahí fuera. Son las lágrimas de los valientes que aún se levantan con la responsabilidad de muchas familias a sus espaldas. Mi amigo de dieciséis ha pasado a cuatro, pero le duelen todas. Le aprietan el alma y no le dejan respirar. Es un empresario modelo, un amigo modelo, de esos que cuando necesitas te pone todo a tu disposición, que si organizas una carrera solidaria te manda a sus mejores trabajadores y te deja su mejor infraestructura. Alguien que siempre está para todos. Pero ya no puede más. “De esta no salgo” me decía esta semana.

Más de 100.000 empresas han desaparecido en España en el último año. Se dice pronto, pero son proyectos fracasados, son riesgos fallidos, son deudas y es desazón. “ Yo no tenía ningún préstamo y ahora tengo varios”. Esa es la realidad, eso es lo que está pasando en la Extremadura real mientras algunos están en sus historias y en sus números de powerpoint.

Hasta septiembre, en mitad de la segunda ola, ya habían desaparecido en Extremadura 4820 empresas según el Instituto Nacional de Estadística , a la que habría que sumar los 6235 autónomos que en esa fecha habían cesado definitivamente en su actividad. Esta es la realidad de los números porque la realidad en la calle es la de mi amigo y la de tantos héroes que cada día hacen auténticos esfuerzos para levantar las persianas de sus negocios y están al límite.

Y frente a esto los políticos debemos actuar con responsabilidad y con altura de miras. No es momento de marketing, ya vimos en qué quedó aquella redondiana y mega actuada intervención de Sánchez en marzo anunciando el mayor rescate de la historia para las empresas españolas. Quedó en nada, quedó en que las hemos apoyado en este país la cuarta parte que en Italia o la sexta parta que en Alemania o Francia. Quedó en nada porque no es momento de palabras, es momento de hechos.

En Extremadura seguimos prometiendo ayudas que en el mejor de los casos llegarán cuando otros miles de empresarios hayan tenido que cerrar sus puertas. ¿ De verdad entre todos no podemos arbitrar algún sistema de ayudas que llegue antes del entierro de muchos empresarios? Entiendo que sí, pero eso requiere trabajo, requiere imaginación y requiere voluntad. Mucha voluntad. Voluntad de escuchar y acordar.

Estamos conviviendo con un virus que se ha llevado por delante la vida de 2.298 extremeños según el Instituto Nacional de Estadística en nuestra tierra, pero que si no somos rápidos, si no somos audaces y tenemos proactividad política se va a llevar por delante también decenas de miles de empresarios y autónomos de nuestra región.

Nosotros hemos propuesto medidas a nivel nacional y regional para poder ayudar a estos empresarios y autónomos, seguro que algunas les valen a los que aplican el rodillo de forma inmisericorde. Si valen para mejorar el futuro de los extremeños, suyas son, aplíquense. Ya han demostrado una inutilidad manifiesta con sus ideas propias, igual tienen más éxito acordándolas con el resto de partidos, con la sociedad, saliendo a la calle a escuchar a esos empresarios, a esos autónomos, a esos que como mi amigo ya no puede más, ya no tienen más músculo ni más energías para poder aguantar y que viven con auténtica desesperación la caída de su proyecto empresarial levantado con esfuerzo, cariño y mucho sacrificio durante toda sus vidas.

Los extremeños merecen que nosotros demos lo mejor de nosotros por ellos, que los que nos dedicamos a la política más allá de soltar chascarrillos, frases hechas, de lanzar medidas indiscriminadas, de ser bastante arbitrarios, comiencen a empatizar con la sociedad que gobiernan, comiencen a escucharla, comiencen a sentirla.

Aquí hay muchos héroes que cada día se levantan con la intención de hacer más grande nuestra tierra, y son nuestros empresarios, nuestros autónomos, nuestros hosteleros, nuestros héroes de verdad que merecen, necesitan y reclaman lo mejor de nosotros, los políticos, justo ahora. Y, o lo damos, o al menos yo me voy a mi casa.

*Diputado del PP por Badajoz