TNto es obligatorio creerlo que dice la prensa moscovita pero un editorial señala que la nueva idea nacional del país del oso es el antioccidentalismo. Como Rusia es un lugar de saludables contrastes, el mismo periódico refiere que las niñeras extranjeras vuelven a estar de moda en las casas bien como en las novelas del siglo XIX. El país de Putin sufre como un aristócrata venido a menos y quiere recuperar su influencia en los salones. Hace unos días los rusos plantaron una banderita en el fondo del Artico. Han disminuido sus posesiones en la tierra pero les queda el aire y el agua. Su archirrival se ha preocupado con la noticia, porque ahora se dedica a cuestiones de medioambiente. Eso en el tiempo libre que le deja arreglar sus infrasestructuras, que parecen rusas. El nuevo de Nueva Orleans, Nueva York es tan chistoso como los puentes de Mineápolis.

La banderita del polo es lo más importante que ha acaecido en una semana que, pese al verano, ha sido trepidante. Ha habido las especulaciones del divorcio de Alonso , maltratado por ser español, el regreso de la fiebre aftosa desde el antipático país de Hamilton , los múltiples noviazgos del Real Madrid, todo habladurías, las múltiples niñas asesinadas y la tabarra navarra. En Navarra casi nos da igual quién gane: ningún protagonista del enredo parece mínimamente atractivo.

Por lo demás, en Roma han perdido 100.000 maletas y, en Irak, a los americanos, que ya lo han perdido todo, les han hurtado 200.000 armas. Casi tantos como los chinos que, según el eficiente gobierno del Imperio del Sol Renaciente, pretenden ser encarnaciones del Buda feliz. Dicho gobierno va a regular la cosa para atajar un atasco que sería impensable en nuestra civilización, mucho más avanzada. Aquí nadie duda de que el Papa es, por lo menos, una reencarnación de San Pedro. Sarkozy , que es solo una reencarnación de Napoleón , está siendo atacado por los paparazzi en unas vacaciones que, según sus declaraciones, no cuestan nada. ¿Cómo lo hace?