TAtcaba la liga y el hipocondríaco tiene ya el campo libre para dedicar, de lunes a viernes, todo el día a la vesícula, el insomnio, el colesterol, la tensión, las articulaciones, la artritis. Antes, la jornada en la oficina se repartía entre el colegio del niño, el tiempo y la mala racha del Madrid y la cosa era llevadera.

Pero ahora todo el terreno es de este sujeto aplicado que cada día se presenta con un renovado catálogo de enfermedades nuevas, actualizando el elenco de padecimientos, los peligros que nos acechan y las prevenciones a que debemos aplicarnos. Es una especie de vademecum que sabe y receta. Especialista en lumbalgia, dolores de columna, hernia discal, descalcificaciones, reflejos en la espalda, músculo ciático, inflamación del bazo, conocedor de los síntomas y una pesadilla con pinta de compañero de trabajo. Lo grave es que todo cristiano, pelín aprensivo, apenas le duele el dedo gordo del pie, acaba preguntándole si eso tiene que ver con la gota, la descalcificación ósea o el síntoma de la cadera descolocada.

Con frecuencia a uno no le llega la camisa al cuello y se debate entre el deseo ferviente de que vuelva a empezar la liga o la Eurocopa y la duda existencial que nadie en la oficina resuelve: ¿Cuándo se ponen enfermos los hipocondríacos?

*Filólogo