Periodista

Sin bocadillo en la mochila porque no tienen mochila que llevarse a la espalda. Sin libros, sin cuadernos. Sin despertares acelerados para llegar a clase, porque no hay escuelas, ni maestros, ni nada de nada.

Así viven, hoy, 121 millones de niños, según el pavoroso recuento que ha hecho la Unicef. En este desastre colosal, las niñas --cómo no-- son las más afectadas.

Según el dogma hegemónico, el problema número uno de la humanidad es el terrorismo internacional. Pero entre las armas para combatirlo no están las que vencen a la ignorancia y la pobreza. Ante la perspectiva de un suculento botín, se ignora el reto de eliminar el caldo de cultivo del fanatismo. Y aplazar la inversión en infancia es hipotecar el futuro.