En muchas ocasiones, los historiadores nos topamos con situaciones desagradables. Cuando vamos a un lugar a buscar un documento del que estamos seguro que allí se halla, no lo encontramos. Esto me ocurrió durante el verano pasado en el ayuntamiento de mi pueblo, Monesterio. En esa ocasión me interesé por una colección de 160 planos del catastro rústico, que databan de 1922. Aunque estaba en desuso y su lugar debía de ser el archivo, estaba en el despacho de la alcaldía, como me manifestaron.

No están. Respuesta inesperada. Indagué sobre el paradero de los mismos y me enteré de otros extravíos. Este es el caso. Posteriormente fueron trasladados. Monesterio no merece que su historia sea secuestrada, sustraída y destruida. M. BARRAGAN LANCHARRO Cáceres