Esta semana, hemos sabido que la Junta obligará a los profesores de Historia a impartir memoria histórica. Lo contaba en estas páginas Rocío Sánchez. Y el eco ha llegado hasta multitud de medios de comunicación de ámbito nacional. La noticia no era para menos. Porque, hasta que a los socialistas les ha dado por inmiscuirse en este terreno, se entendía que la Historia era una disciplina a través de la que los docentes ofrecían un relato y datos contrastados, y absolutamente desideologizados, acerca de acontecimientos pasados.

Los manuales que se utilizaban en las aulas eran elaborados por expertos en la materia que las editoriales contrataban para tal labor. Y, hasta ahora, nunca tuvieron que pasar por esa censura previa que el PSOE pretende imponer, con métodos y amenazas de multas y represalias que recuerdan, precisamente, a las técnicas de ese franquismo por el que los socialistas parecen tener auténtica delectación.

El caso es que, de ahora en adelante, la enseñanza de la Historia en nuestra región ha de cambiar en el sentido indicado por la Ley de Memoria Histórica y Democrática de Extremadura. Y cualquiera que ame la Historia y la enseñanza no podrá por menos que llevarse las manos a la cabeza ante el sectarismo que alumbra dicha ley. Partiendo de que no hay nada más sesgado que la memoria. Porque es siempre propia, personalísima, vacilante, imprecisa e incompleta. Y siguiendo porque la Historia pura, la académica, la que se enseñaba hasta ahora, no adolecía de estos defectos. Porque solo ofrecía compendios de hechos contrastados y datos precisos, desprovistos de testimonios de parte, elucubraciones y versiones manipuladas. Lo que nunca fue óbice para mostrar al alumnado las realidades de guerras, tragedias y masacres de acá o acullá, ni para retratar a los dictadores como tales.

No existía, por tanto, necesidad de imponer estos cambios. De ahí que quede claro el fin último del capricho socialista: alimentar las mentes de niños y jóvenes con una papilla convenientemente triturada y aderezada por las manos de los comisarios políticos de turno. O lo que es lo mismo: adoctrinar a las próximas generaciones de extremeños.

*Diplomado en Magisterio.