75 ANIVERSARIO DE AUSCHWITZ

La historia del preso 16670

Anselmo Fdez-Blanco Pérez

El lunes celebramos el 75 aniversario de la liberación del campo de exterminio de Auschwitz. Allí estuvieron los Reyes de España. Más de un millón de personas asesinadas. Quedan, entre otros muchos recuerdos, los barracones con las cámaras de gas y los hornos crematorios, que nos muestran hasta donde puede llegar la barbarie humana. Más de un millón de personas asesinadas. Hace unos años estuve allí, y me llamó la atención, en medio de tanta desolación, la historia del preso 16670. Resulta que un prisionero de la misma sección a la que estaba asignado el preso 16670 escapa; en represalia, el comandante del campo ordena escoger a diez prisioneros al azar para ser ejecutados. Entre los hombres escogidos estaba el sargento Franciszek Gajowniczek, casado y con hijos. El preso 16670, que no se encontraba entre los diez prisioneros escogidos, se ofrece a morir en su lugar. El comandante del campo acepta el cambio, y es condenado a morir de hambre junto con los otros nueve prisioneros. Diez días después de su condena y al encontrarlo todavía vivo, los nazis le administran una inyección letal. El 14 de agosto de 1941 cuando Maximiliano Kolbe, que era el preso 16670, dio su vida para salvar la de Gajowniczek, se habían hecho realidad las palabras que los Reyes de España escribieron en el libro de honor del campo, en su reciente visita: «las palabras son poderosas si están seguidas de acciones». La acción de este sacerdote católico demuestra la grandeza del hombre.

NUEVAS TECNOLOGÍAS

Estoy harto de que me controlen

Pepe Extremadura

Cantautor. Cáceres

El otro día me llamó un amigo para decirme que le esperara y que llegaría enseguida. Le respondo que quién le había dicho dónde me encontraba? Me contestó que el móvil le había informado de mi ubicación. Ni que decir tiene que no me sentó nada bien que alguien supiera mi paradero.

Posiblemente usted querido lector no lo sepa, pero a estas alturas de principios del siglo XXI el poder le ha convertido en un ciudadano de cristal. Es usted tan transparente que las autoridades saben hasta lo que usted ignora de si mismo.

Casi sin que se dé cuenta, el poder ha ido acumulando datos sobre su idiosincrasia, sus miedos, sus manías, sus ideas, su dinero, su religión, su estado civil, sus amigos y sus enemigos; su cultura y hasta las posibilidades de que usted contraiga la fiebre de malta o una alopecia terminal que extermine su cabello moreno o rubio.

Para conseguir toda esa información, que al poder le servirá para tenerte controlado en cualquier circunstancia, las autoridades se han servido de una de las maravillas de esta era: la informática.

Desde luego sólo a un ingenuo incurable le pasaría por alto la certeza de que el poder jamás desaprovechará la oportunidad de utilizar los avances de la ciencia en su propio beneficio, de modo que no se extrañe de que también maneje los ordenadores para cercar con alambradas invisible a sus súbditos.

Ahora mismo se está discutiendo en las altas instancias del Estado una ley que intentará regular todo lo relacionado con el uso de la informática. Mientras el Gobierno minimiza los riesgos de que las fauces del Gran Ordenador muerdan al ciudadano hasta la última entraña, la oposición expresa sus temores de que en la panza del monstruo queden encerrados hasta los más privados secretos de nuestra vida. Así que elija usted, ciudadano de a pie. Yo, de verdad que no quiero parecerme nada al ciudadano vidriera.

No me gustan, ni me han gustado nunca las alambradas, ni las visibles ni las invisibles, que convierten la existencia en un trámite carcelario. Cuanto menos sepa de mí el malvado Leviatán más feliz seré y con más tranquilidad me moveré bajo el cielo y sobre la tierra firme.

Hoy por hoy, aún puedo afirmar que aunque el poder sabe casi todo sobre mí, todavía no ha conseguido controlar mi pensamiento, y espero y deseo profundamente que no lo consiga jamás.