Desde luego, el civismo juvenil sí que ha hecho crisis en esta localidad del Casar de Cáceres. Desde tiempo no muy atrás y ya de una forma avanzada que no vemos muy claro el que los moldes resquebrajados puedan recomponerse fácilmente y los ríos vuelvan a su cauce como antaño solían remediarse sin mayores problemas.

Tal sea por el fracaso escolar, hecho tangible y peligroso, tal por los frecuentes problemas de familia, ya por negligencia policial del municipio, pululan en el pueblo un grupo de muchachos de ambos sexos, sin mayor objetivo que, ese algo así como el estar tirando a la continua cantos a los perros, llenando horas en molestar al vecindario y haciendo ostentación de ocurrencias impropias por lo ruborizantes de unos adolescentes que caminan a la trascendente empresa de ser hombres.

Ellos, como variaciones del mismo tema, las horas de inanición son amplias, han acabado por tomar posesión de los portales de la plaza Mayor y de las escalinatas que conducen al albergue de peregrinos santiagueses. Lo frecuentan no escaso número de extranjeros lo cual es de seguro podrán decir al reemprender por la mañana la ruta algo así como si esto es el tipical spain de la idiosincrasia nacional como será la España de pandereta . Los portales se han convertido en vertedero de inmundicias, en evacuatorios que claman por el formol y el cloruro de calcio por su olor pestilente. Por favor, ¿quién remedia esto? Vamos al insomnio incurable a que alguna lesión cerebral puedan incubarse en nuestras testas fatigadas en que algún proceso de mayor síntesis y complicación mental nos convierta en algunos de los que en la patología de Charco se le llama perdidos sin retorno. Hace poco un intercepto entró el domingo por la tarde hasta el hall de la casa de un vecino de la plaza, lo proyectó de espaldas sobre los peldaños de una escalera, no hubo desgracias personales hoy no, mañana... Con condenar accidentes y agresiones lo hacemos todo después de lo sucedido. ¿Señores, ustedes qué dicen?

Víctor Pérez **

Casar de Cáceres